En Encrucijada, Villa Clara, Zoila Esther Chávez Pérez, de 84 años, falleció el domingo víctima de un cáncer de vejiga con metástasis, sin cumplir su deseo de despedirse de su hijo, José Gabriel Barrenechea, periodista independiente y preso político.
Las autoridades cubanas negaron la visita solicitada por la familia, profundizando el dolor de una madre que vivió sus últimos meses en soledad y tristeza.
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Zoila, gravemente enferma, pasó sus días finales en casa, postrada en cama. El 21 de abril, tras una transfusión por baja hemoglobina, los médicos la desahuciaron.
Su salud se deterioró rápidamente: dejó de comer, apenas hablaba y dependía de suero y oxígeno. En sus últimas 48 horas de vida, la situación se complicó aún más al no responder a los estímulos, según fuentes cercanas a medios independientes.
La madre del preso político, arrestado en noviembre por protestar pacíficamente contra los apagones, enfrentó la ausencia de su único hijo con profunda angustia.
Zoila, demasiado frágil en sus últimas jornadas para visitar la prisión La Pendiente, expresó su anhelo en una entrevista con CubaNet: “Ese día va a ser la felicidad más grande de mi vida”.
Por ello, la familia incluso rogó al jefe de la prisión un permiso para que José Gabriel viera a su madre. La respuesta fue cruel: solo lo permitirían “cuando se muera”.

La semana pasada se conocieron las dolorosas palabras de Zoila, en donde se palpaba su desesperación. “En este calvario, en ese terror que llevo dentro de mi corazón, por favor, por favor, mire, yo soy Zoila Chávez Pérez, la madre de José Gabriel Barrenechea Chávez”.
Recordó otras pérdidas —su hijo mayor a los 36 años y su esposo tras 65 años de matrimonio— y lamentó: “Ya yo no puedo sufrir más. Este corazón no puede”.
Yania Suárez, periodista que acompañó a Zoila en sus últimos días, escribió en Facebook: “Caiga sobre la conciencia de los corruptos que oprimen al pueblo de Cuba el dolor de esta madre”.
El caso de este preso político se suma a muchos otros que permanecen encerrados sin haber cometido ningún delito y que, peor aún, reciben dentro de las mazmorras noticias desgarradoras relacionadas con sus familiares, teniendo que soportar el dolor de no poder acompañarlos en sus últimos momentos por culpa de una dictadura que simplemente decidió encarcelarlos solo por pensar diferente.
Redacción de Cubanos por el Mundo