En la Ciudad del Vaticano, 133 cardenales de más de 70 países inician este 7 de mayo el cónclave para elegir al sucesor de Francisco.
La ceremonia comienza con la misa ‘pro eligendo Romano Pontifice’, presidida por el cardenal decano Giovanni Battista Re, marcando el arranque de un proceso que se anticipa complejo por la ausencia de candidatos claros y la diversidad de los electores, lo que podría extender las votaciones más allá de las 24 horas habituales.
La Capilla Sixtina, epicentro del cónclave, acoge desde la tarde (hora local) una primera votación que difícilmente arrojará a un ganador, según expertos.
La fumata negra, esperada hacia las 19:00, reflejará la falta de consenso inicial entre los cardenales, muchos de los cuales se conocieron tras la muerte de Francisco.
Este cónclave, el más numeroso de la historia, requiere 89 votos para elegir al nuevo pontífice, un umbral elevado que complica el proceso frente a los cónclaves de 2005 y 2013, resueltos en pocas horas.
Los cardenales, instalados desde el 6 de mayo en las residencias de Santa Marta y Santa Marta Vieja, enfrentan un protocolo riguroso. Las votaciones en la Capilla Sixtina se realizan en silencio, con los electores depositando sus papeletas una a una en una urna.
Las discusiones clave ocurren fuera, durante comidas o encuentros informales, donde se negocian alianzas que podrían desbloquear el proceso.
La heterogeneidad de los votantes, con solo 20 veteranos de cónclaves previos, añade imprevisibilidad al asunto.
La fumata blanca, señal de un nuevo papa, se producirá cuando un candidato alcance los dos tercios de los votos. Si no hay acuerdo tras la primera votación matutina, se pasa a una segunda sin fumata intermedia; el humo, negro o blanco, aparece al mediodía o a las 19:00.
En caso de elección temprana, la fumata blanca podría verse antes, hacia las 10:30 o 17:30.
Más de 1.400 millones de católicos esperan el anuncio del cardenal Dominique Mamberti desde el balcón de San Pedro, tras un intervalo de unos 45 minutos desde la fumata.
La incertidumbre domina este cónclave. Sin figuras destacadas, las dinámicas políticas podrían influir, pese a que los cardenales atribuyen la decisión final al Espíritu Santo.
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Por otro lado, es pertinente destacar que la elección podría prolongarse hasta el viernes, evocando cónclaves como los de 1958 o 1978, que necesitaron múltiples escrutinios.
Una vez elegido y tras aceptar el cargo, el nuevo papa elegirá su nombre y talla de hábito en la “sala de las lágrimas”, antes de presentarse al mundo.
Redacción de Cubanos por el Mundo