Yednay Pupo Gracia, una joven cubana de 19 años residente en San Miguel del Padrón, La Habana, enfrenta una lucha diaria contra la insuficiencia renal crónica, una enfermedad que la mantiene atada a sesiones de hemodiálisis y en espera de un trasplante de riñón que podría salvarle la vida.
Diagnosticada a los 16 años, su salud se deteriora mientras las limitaciones del desastroso sistema de salud cubano y las precarias condiciones de su vivienda agravan su situación, lo que la lleva a pedir ayuda en redes sociales para acceder a un tratamiento en el extranjero.
La joven cubana, que celebró su cumpleaños el pasado 10 de mayo, depende de hemodiálisis cada dos días para sobrevivir. Sin embargo, las carencias en el hospital de adultos al que fue trasladada tras cumplir la mayoría de edad dificultan su tratamiento.
En particular, la falta de insumos y la reutilización de filtros de hemodiálisis, que en ocasiones se usan hasta por 15 días, incrementan el riesgo de infecciones graves como la hepatitis. Además, Yednay padece otras afecciones, incluyendo hipertensión ocular, hipertensión pulmonar, un soplo cardíaco y gastritis crónica, lo que debilita aún más su cuerpo, que apenas pesa 36 kilos.
Por otro lado, la escasez de medicamentos en Cuba complica su situación. Medicinas esenciales como vitaminas A, B y D, Rocaltrol, bicarbonato de calcio, metildopa, atenolol, hidralazina y fumarato ferroso no siempre están disponibles en las farmacias, lo que pone en riesgo su estabilidad.
Mientras tanto, su hogar en San Miguel del Padrón carece de agua potable constante y ventilación adecuada, condiciones que agravan su vulnerabilidad y dificultan su recuperación.
A pesar de estas adversidades, esta joven cubana mantiene viva la esperanza de un trasplante renal, un procedimiento que los médicos han confirmado como viable, pero que en Cuba resulta casi inalcanzable debido a la falta de recursos y tecnología.
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En cambio, la joven aspira a viajar al extranjero para recibir el tratamiento que necesita. Su madre, su principal cuidadora, no puede trabajar debido a la dedicación que requiere su atención, y la familia depende económicamente del apoyo de una tía en España y una prima en Estados Unidos, quien además visibiliza su caso en redes sociales.
“No pido compasión, pido oportunidad. Pido ser vista, escuchada, considerada. Pido poder vivir”, expresó la joven.
De esta manera, la muchacha aspira a la buena voluntad de las personas y recibir una nueva oportunidad en la vida.
Se espera que, próximamente, Yednay reciba nuevas y buenas noticias al respecto.
Redacción de Cubanos por el Mundo