Seguramente mis amigos y seguidores de siempre han estado extrañando mis chuchuchús de siempre y pido disculpas por ello. Las muchas responsabilidades que tengo por acá, por la isla, me han impedido durante unos meses venirle a Uds. con algún que otro cuento fidedigno, con ese estilo mío que incomoda a tantos y que no pocos que se creen sesudos creen saber y confunden.
Por estas horas se ha hecho viral lo sucedido con esa ministra – digamos mejor, exministra – que osó decir que en Cuba no había mendigos. Bien, de esa tengo historias también. Su hijo mayor nació en Ucrania y no quiere saber nada de ella “políticamente hablando”; el menor tampoco. ¿Por qué? Deja ver si luego puedo contarles algo.
Hoy no vengo a hablar de ella, sino de la vieja peliblanca que salió después de ella en la tivú; la que ejercía como moderadora en los paneles esos donde Feitó Cabrera metió la pata hasta jon: Miriam Brito Sarroca.
Sí, hablo de esta vieja:

Ayer, mi colega de los años, de la Universidad, Siro Cuartel, el hombre que me consiguió un hueco aquí en Cubanos por el Mundo para que yo, desde mi humilde morada, les revelase los misterios que trascienden más allá de las paredes de los ministerios cubanos, publicaba en El Lumpen una nota que fue, básicamente, la que me hizo recordar a Miriam.
Ahí donde Ustedes la ven, cual prima de Cindy, déjenme decirles que Miriam Brito Sarroca no siempre estuvo así. No.
Bueno, conserva, sí, ese pelo platinado que siempre tuvo, pero era más bonita – le faltaba creo que una sola muela, la del juicio como dice Siro – y tenía piernotas y batea. Vaya, que estaba cuerpúa…. deseable por cualquier mancebo de Guanajay. Ella misma, podía incluso seleccionar. Y seleccionó.
¿A quién le echó el ojo? Pues a Andrés Hernández Rivero, que no vivía en Guanajay precisamente, sino en San Nicolás; pero si Romeo trepaba por una soga al balcón de Julieta, arriesgándose a ser linchado por Montescos y Capuletos… ¿qué podía impedir que estos dos se diesen sus cuchi cuchis, aquí o acullá?
Hernández Rivero, a quien le dicen todos Macho, fue presidente del Gobierno en San Nicolás, y secretario del Partido Comunista de Cuba allí. También fue director del periódico El Habanero, y era, por la época del romance con Miriam, Jefe del Departamento Ideológico del PCC en la antigua provincia de La Habana; esa que luego dividieron en Mayabeque y Artemisa. Vaya, un tipo poderosísimo. Miriam, por su parte, era la Coordinadora en La Habana de los CDR.
El problema para que estos dos, Miriam y Andrés, sellasen su amor sin críticas ni miramientos, era uno solo y era este: ambos estaban casados.
Tanto empalme por parte de Andrés y tanto fuego uterino por parte de Miriam necesitaba un espacio legal donde restregarse los cuerpos y sofocar esos sudores. Y sí, lo hicieron, siempre sigilosos, escondidos; un día por aquí, un día por allá… Y se enamoraron.
Se enamoraron tanto que, ella y él decidieron echar por la borda sus consolidados matrimonios. Ella le daría una patada por el culo a su esposo y él dejaría a… “La China”.
“La China”, a la cual Miriam no conocía ni personalmente ni por fotos pues vivía en San Nicolás, era un mujerón, trigueña, bonita, que aún al día de hoy cuando camina por las calles provoca miradas de atención; y estuvo a punto de irse del parque (o sea, quedarse soltera), a no ser porque Miriam, curiosa, un día le pidió a Andresito, le enseñase una foto de su pareja.
Andresito le enseñó una no, varias fotos, y yo que estaba presente, haciéndome el loco, escuché cuando le dijo:
“Mira Andrés, tú no vas a dejar a este mujerón por mí”, y ahí mismo se acabó el romance entre ambos, y cada cual volvió a su nido.
Meses después, cuando dividieron la provincia de La Habana, como a Miriam Brito Sarroca no tenían donde ponerla, la mandaron para la Asamblea Nacional del Poder Popular, donde Uds. la vieron antes de antier.
Tras la ruptura, intentó meterle caña a mi amigo Pablo Alfonso, por ese entonces periodista de la televisión en Mayabeque, y ahora exiliado en Chile; un romance que no llegó a concretarse, desconozco por qué, porque Alfonso no perdona una mosca.
¿Y Andrés? Bueno, Andrés siguió con sus actividades de siempre.
En su cuenta de Facebook posteaba a cada rato cositas como estas.





Tiempo después desapareció de las redes y en verdad, a nadie le importaba mucho. Solo cuando su ausencia se hizo más notoria, hace unos dos o tres años, fue que se supo la verdad: Andrés se fue a vivir a los EE.UU.

En el norte revuelto y brutal que tanto despreció ha mantenido un bajo perfil, cumpliendo presuntamente las orientaciones de sus dos hijas: una abogada y la otra ingeniera.
Pero, esa otra historia, se la dejo a Otaola o a Pentón.