El preso político y sacerdote yoruba, Loreto Hernández, enfrenta un deterioro alarmante de su salud, mientras continúa encerrado en la cárcel a pesar de no haber cometido ningún delito.
En una reciente llamada telefónica desde las mazmorras, Hernández García describió intensos dolores en el costado izquierdo, calambres que le impiden caminar y un estado físico que empeora rápidamente, lo que ha elevado la preocupación de sus seres queridos.
De acuerdo con un reporte de Martí Noticias, la hija mayor del preso político, Rosabel Sánchez Correa, compartió un audio donde advirtió sobre las graves condiciones de su padre.
“Me comunicó que tenía en el lado izquierdo un dolor constante. Se le está dificultando caminar, ya que tiene de los muslos hacia abajo como calambres, adolorido”, relató.
Añadió que, aunque le aconsejó acudir a la enfermería, desconfía de que reciba la atención médica necesaria, basándose en experiencias previas de negligencia dentro del penal.
Loreto Hernández, de 54 años, permanece encarcelado con una condena de siete años impuesta tras las protestas del 11 de julio de 2021 en Placetas, Villa Clara.
En lugar de recibir asistencia médica adecuada, el régimen castrista lo mantiene en condiciones que agravan su estado, ignorando tanto sus enfermedades preexistentes —como la diabetes, hipertensión, asma y problemas del corazón— como las reiteradas peticiones de excarcelación por razones humanitarias.
La situación dentro del centro penitenciario va más allá del abandono médico. La familia también ha denunciado repetidamente malos tratos, aislamiento prolongado, abusos físicos y humillaciones sistemáticas.
A pesar de ello, las autoridades se han negado a otorgarle una licencia extrapenal que le permita recibir tratamiento fuera del sistema penitenciario, incluso cuando su cuadro clínico lo amerita.
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Ante este panorama, su hija expresó su temor más profundo: “Me preocupa grandemente la situación de salud de mi papá. Cada día se está deteriorando más. Y temo que pueda ocurrir cualquier cosa con él”.
Las denuncias continúan, mientras el régimen castrista prolonga su castigo, ignorando las advertencias de una crisis médica que podría volverse irreversible.
Redacción de Cubanos por el Mundo