La provincia de Santiago de Cuba atraviesa una crisis hídrica sin precedentes, marcada por lo que expertos califican como “la sequía más severa de la última década”.
La escasez de lluvias en la región oriental del país dejó cerca de 500.000 habitantes del municipio cabecera en una situación crítica, con ciclos de distribución de agua que superan los 30 días y embalses en niveles alarmantemente bajos.
Según datos de la prensa castrista, los principales reservorios de agua presentan cifras preocupantes: Charco Mono opera apenas al 8.8 % de su capacidad, Gilbert al 13 %, Parada al 16 %, Gota Blanca al 18.3 % y Chalons al 31.4 %. La única fuente con niveles relativamente aceptables es la presa Carlos Manuel de Céspedes, al 68.5 %, desde donde se realiza un trasvase de emergencia a través del sistema Mogote.
La situación se agrava por múltiples factores, entre ellos, redes hidráulicas deterioradas, equipos rotos, escasez de camiones cisterna y un déficit energético que impide el bombeo continuo. De las 106 estaciones de distribución, solo 19 cuentan con grupos electrógenos de respaldo, lo que limita severamente la capacidad de respuesta ante la crisis.
Orlando Romero Veranes, director de ingeniería de Aguas Santiago, anunció la instalación de un campo de pozos con paneles solares en el Sistema Parada, como parte de las medidas para enfrentar la emergencia. Sin embargo, los avances son lentos y la población continúa sufriendo las consecuencias.

La realidad en los barrios es triste y alarmante, por ejemplo, en Chicharrones, los residentes llevan más de cuatro meses sin acceso al agua potable. “Hay quienes pagan hasta 400 pesos por 20 litros de agua”, denunció Liurkis Hechavarría Ferrer, madre de un niño con problemas de salud.
Santiago de Cuba no es la única provincia afectada, pues en Las Tunas, más de 90.000 personas enfrentan cortes prolongados, mientras que en Sancti Spíritus la cifra supera los 35.000. Las denuncias por fugas sin reparar, negligencias y desigualdad en la distribución del agua se multiplican, dejando en evidencia una infraestructura colapsada y una gestión que no logra contener el desastre.
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Redacción Cubanos por el Mundo