La termoeléctrica Antonio Guiteras, considerada por el oficialismo como “estratégica” para el país, volvió a desconectarse del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) este jueves, apenas unas horas después de haber sido sincronizada.
El breve respiro que prometía su reactivación se desvaneció, dejando a millones de cubanos nuevamente atrapados en la oscuridad y el abandono.
La noticia fue confirmada por medios castristas, mientras el ministro de Energía y Minas ofrecía declaraciones que ya suenan a disco rayado: que el bloque está “en proceso de arranque”. Una frase que, lejos de calmar, irrita a una población que ha aprendido a leer entre líneas la ineficiencia crónica del sistema.
El intento de reactivación, reportado a las 3:41 p.m., fue presentado como una “solución temporal” tras el quinto apagón nacional en menos de un año. Pero como ya es costumbre, la alegría duró lo que dura una promesa oficial, nada.
El bloque unitario no resistió y volvió a caer, sumiendo a los hogares cubanos en el mismo ciclo de desesperanza.
Según los directivos de la planta, se realizaron más de 15 intervenciones técnicas durante la parada anterior, entre esto: lavado de calentadores, ajustes de bombas, reparaciones de hermeticidad. Pero los resultados hablan por sí solos. La Guiteras no aguanta, y el pueblo tampoco.
Para los cubanos, este nuevo colapso no es una estadística más. Es otra noche sin ventilador, otro refrigerador lleno de comida echada a perder, otro día sin poder cocinar. Es la confirmación de que bajo este régimen, la vida se apaga junto con la luz.
La narrativa oficial insiste en que se trabaja “sin descanso” para estabilizar el sistema. Pero la realidad es que el pueblo ya no espera explicaciones técnicas, sino un cambio profundo. Porque mientras el régimen repite excusas, la gente sobrevive entre apagones, promesas rotas y una paciencia que se agota.
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Redacción Cubanos por el Mundo