La salud de la presa política cubana Lizandra Góngora se deteriora en la cárcel ante la negligencia de las autoridades castristas, quienes le niegan la atención ginecológica requerida para un fibroma uterino que le fue detectado a principios de 2024.
En consecuencia, la activista soporta un cuadro de inflamación y dolores constantes sin recibir tratamiento especializado, una situación que agrava su ya difícil e injusta reclusión.
Este calvario tiene como telón de fondo una severa condena de 14 años de privación de libertad, impuesta a Góngora por su participación en las masivas protestas del 11 de julio de 2021.
El tribunal, como se recordará, la sentenció por los falsos delitos de “sedición, desorden público y desacato”.
La denuncia sobre esta grave falta de asistencia sanitaria proviene de su esposo, Ángel Delgado, quien expuso los detalles de la situación en una comunicación con Martí Noticias.
El hombre explicó que la familia se ve obligada a suministrarle los analgésicos, ya que en la cárcel no disponen de ellos para mitigar sus padecimientos.
La justificación de las autoridades carcelarias, según aseguró Delgado, es que “le dicen que no hay condiciones para atender el fibroma”. Además, el cónyuge subrayó la total ausencia de seguimiento médico al afirmar que “nunca más la han llevado a un ginecólogo para revisarla”.
Por otro lado, la lucha de Delgado por el bienestar de su esposa le ha traído consecuencias directas, pues las autoridades le impusieron un acta de advertencia tras su más reciente visita al penal, como represalia por visibilizar el caso.
Lizandra Góngora, de 38 años y madre de cinco hijos, tres de ellos menores, cumple su sentencia en la cárcel Los Colonos, en la Isla de la Juventud, un destino que la mantiene aislada de su núcleo familiar, residente en Güira de Melena, Artemisa.
Asimismo, la presión sobre la reclusa y su familia es constante, ya que en ocasiones anteriores su esposo ha reportado amenazas de las autoridades.
Estas intimidaciones consisten en trasladar a esta presa política a centros penitenciarios todavía más lejanos, como los de Guantánamo o Pinar del Río, si insiste en solicitar un acercamiento familiar.
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La presa política enfrenta una de las condenas más rigurosas dictadas contra una mujer por los acontecimientos del 11J, lo que evidencia la dureza de la represión en su caso, sin haber cometido realmente un solo delito.
Pese a todo ello, la mujer se ha negado a agachar la cabeza ante la dictadura en múltiples ocasiones, manteniéndose firme en sus ideales.
Redacción de Cubanos por el Mundo