Esbirros del centro penitenciario Mar Verde, en Santiago de Cuba, impidieron este lunes el encuentro conyugal pautado para José Daniel Ferrer, lo que provocó que su esposa, Nelva Ortega, iniciara una protesta solitaria frente al recinto carcelario.
La medida restrictiva se implementó pocos días después de que trascendiera públicamente la misiva del activista, un hecho que, según su entorno, habría generado un profundo malestar en las esferas de la dictadura y catalizado esta represalia directa.
Como se recordará, dicha carta, con fecha del 10 de septiembre, contenía revelaciones significativas, entre ellas, la aceptación de partir al exilio.
Ferrer describió esa determinación como una elección dolorosa, motivada por la necesidad de proteger a su familia de la presión del régimen y tomada incluso antes del asalto a su vivienda el 29 de abril, día en que le revocaron la libertad condicional.
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Adicionalmente, el texto denunciaba una serie de condiciones que la Seguridad del Estado le exigía como parte de su salida del país. Estas pretensiones incluían la manipulación de su imagen pública para desacreditar la lucha por las libertades en Cuba y la solicitud a actores internacionales, como Estados Unidos y la Iglesia Católica, para que reanudaran negociaciones con la tiranía que impera en la isla.
Por consiguiente, el círculo familiar de José Daniel Ferrer manifestó su profunda inquietud por la integridad física y psicológica del recluso. De hecho, responsabilizó de manera directa a la cúpula castrocomunista, así como a la dirección del penal y a los agentes de inteligencia, por cualquier eventualidad que pudiera ocurrirle.
De este modo, la negativa a la visita no solo agudiza el aislamiento del preso político, sino que también eleva la tensión en torno a su caso, dejando a su esposa en una posición de vulnerabilidad frente a una posible detención mientras la comunicación entre las víctimas queda completamente suspendida.
Redacción de Cubanos por el Mundo
