Una serie de actos de intimidación y amenazas directas por parte de la Seguridad del Estado fueron expuestos por el periodista independiente José Antonio López Piña, quien sufre una vigilancia constante desde hace varios años.
El hecho fue reportado a través de un material audiovisual publicado por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), organización que a su vez condenó la persecución contra el comunicador, la cual incluye allanamientos, agresiones físicas y la confiscación de sus equipos de trabajo.
El comunicador, residente en la localidad de Santiago de Cuba, fue incluido por las autoridades en un expediente de “peligrosidad predelictiva”. Además, durante una citación policial el pasado 3 de octubre, un oficial identificado como “Mario” le prohibió expresamente salir de su domicilio portando teléfonos móviles.
En este sentido, López Piña narró haber sido víctima de tortura y humillaciones con el objetivo de forzarlo a abandonar su labor. “En ocasiones me han pintado consignas revolucionarias en el cuerpo como forma de someterme, para que cambie mis pensamientos y mis ideales”, relató el afectado.
Asimismo, las advertencias de las autoridades escalaron hasta amenazas con severas penas de cárcel. Le comunicaron que podría enfrentar hasta ocho años de prisión si desobedece las órdenes impuestas, como la prohibición de reunirse con otras personas.
El hostigamiento también se ha manifestado en la vía pública, donde el periodista independiente asegura haber sido asaltado y despojado de dinero y otras pertenencias.
Según su testimonio, estos ataques son una represalia directa por ejercer su labor informativa al margen del control estatal.
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Finalmente, toda esta campaña de acoso parece tener un doble objetivo, según lo manifestado por el propio periodista independiente. Las acciones en su contra buscan arrinconarlo para que enfrente dos únicas alternativas: aceptar una larga condena de prisión en la isla o verse forzado a tomar el camino del exilio.
Lamentablemente, en la isla comunista, quienes ejercen su labor de forma digna, en la gran mayoría de los casos, son vistos como delincuentes, mientras que los verdaderos criminales operan a sus anchas por las calles del país sin ser perseguidos por absolutamente nadie.
Redacción de Cubanos por el Mundo