El aparato de propaganda del régimen cubano intenta desesperadamente proyectar una imagen de control sobre la criminalidad, utilizando la captura de un peligroso delincuente en Guantánamo como un trofeo para ocultar su evidente ineficacia.
La información fue difundida por el perfil oficialista de Facebook “Guantánamo y su Verdad”, que se limitó a celebrar la captura sin profundizar en la grave falla sistémica que permitió la fuga inicial del criminal.

De hecho, la publicación omitió deliberadamente la identidad del detenido, una práctica habitual para controlar la narrativa.
La detención expone una realidad alarmante: un individuo con un historial de pederastia violenta se encontraba prófugo, cometiendo nuevos delitos con total impunidad bajo la mirada pasiva de las autoridades.
Este sujeto, oriundo de Ciego de Ávila, había perpetrado recientemente un violento asalto en la zona de Bayate, donde despojó a un trabajador por cuenta propia de más de un millón de pesos y otras pertenencias.
Su actividad delictiva en el oriente del país culminó cuando fue interceptado en el municipio El Salvador, precisamente en el andén de Carrera Larga, mientras se disponía a abordar un tren para continuar su huida.
Lo más grave del caso es que este individuo no era un delincuente común, sino un depredador sexual convicto que evadió una condena por pederastia con violencia en su provincia natal.
Por lo tanto, su presencia en las calles representa un fracaso rotundo del sistema, que prioriza la persecución de opositores al régimen mientras permite que criminales de esta calaña pongan en riesgo a la población, especialmente a los menores de edad.
Según la versión oficial, el hombre se resistió al arresto con un arma blanca, mostrando una conducta agresiva que finalmente fue neutralizada por los agentes de Guantánamo.
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Sin embargo, este enfrentamiento solo subraya la pregunta fundamental: ¿cómo es posible que un prófugo tan peligroso haya podido moverse libremente entre provincias y cometer nuevos robos antes de ser finalmente localizado?
En definitiva, este episodio, presentado por la dictadura como una victoria contra la delincuencia, no es más que el reflejo de un Estado fallido. La captura de un solo hombre no puede maquillar la realidad de una nación donde las autoridades se dedican a reprimir a ciudadanos inocentes mientras los verdaderos criminales operan con una libertad sumamente preocupante.
Redacción de Cubanos por el Mundo