El traslado de un féretro en un triciclo eléctrico por las calles de Manicaragua, Villa Clara, se ha convertido en la más reciente y cruda estampa del colapso de los servicios públicos en la isla.
La denuncia fue canalizada a través del perfil de Facebook La Tijera, quien recogió el testimonio directo de los vecinos del área, indignados ante la situación y la falta de respuestas por parte de las autoridades (in)competentes.
En esta ocasión, la falta de un carro fúnebre obligó a la familia de un fallecido a recurrir a este método improvisado para poder darle sepultura, exponiendo una realidad de abandono absoluto por parte de la tiranía.
Trascendió que la inhumación de Ignacio, residente del barrio Jacomino, estaba pautada para las 9:00 de la mañana, pero no pudo efectuarse sino hasta las 3:00 de la tarde del mismo día.
Pero en esos duros momentos, sus allegados tuvieron que soportar más de 30 horas con el cuerpo sin recibir sepultura, enfrentándose no solo al dolor de la pérdida, sino también a la humillación de la negligencia institucional.
Lejos de encontrar una solución, los familiares de Ignacio se toparon con la indolencia y las mentiras de las autoridades de Villa Clara, para variar.
De acuerdo con los testimonios, los funcionarios no solo se negaron a gestionar el transporte adecuado, sino que llegaron al extremo de instruir al cementerio para que impidiera el entierro, prolongando así la agonía de la familia sin ofrecer ninguna justificación.
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Este episodio ilustra de manera contundente la trágica realidad cubana, donde ni la muerte garantiza un mínimo de paz o dignidad. Mientras el régimen invierte sus recursos en aparatos de represión y propaganda, la responsabilidad de un adiós digno recae enteramente en los hombros de familias desamparadas, forzadas a “resolver” por sus propios medios un servicio que cualquier país debería garantizar.
En la isla, la inoperancia de la dictadura persigue a los ciudadanos hasta su último aliento y más allá.
Redacción de Cubanos por el Mundo
