El régimen cubano lanzó una nueva arremetida contra los médicos que, tras formarse en la Isla, han decidido emigrar y alzar la voz sobre la crisis que sufre el sistema de salud pública.
A través de una publicación en la página de Facebook de TV Santiago, el régimen, valiéndose del Sindicato de Salud Pública en Santiago de Cuba, tildó de “ingratitud” y “traición” los testimonios de estos profesionales desde el exterior.
El mensaje, que pretende enaltecer una “dignidad” que la realidad desmiente a diario, señala: “Ya basta de ver cómo algunos que se formaron en Cuba, con profesores cubanos, en hospitales cubanos, con libros cubanos, hoy se dedican a insultar la medicina que los hizo médicos. No es crítica: es ingratitud. No es testimonio: es traición”.

Esta retórica beligerante surge mientras el sistema sanitario nacional se desangra por un colapso sostenido de su infraestructura y una migración sin precedentes en el sector. Mientras el Estado apela a la “lealtad” y al “agradecimiento”, miles de médicos huyen de un sistema donde trabajan por salarios de miseria, en hospitales carentes de agua, insumos básicos y bajo una asfixiante vigilancia política.
El texto oficial admite de manera superficial las carencias: “¿Faltan recursos? Sí. ¿Hay cansancio? Sí.”, una confesión que contrasta brutalmente con la realidad de salas de operaciones insalubres, la falta de medicamentos y la necesidad de improvisar con lo mínimo. Calificar esta debacle humanitaria como un simple “faltan recursos” constituye una banalización deliberada de una crisis estructural.
La publicación añade que “Emigrar es legítimo. Pero usar tu libertad para escupir sobre lo que te formó es miserable”. Con esta frase, el régimen no solo busca desacreditar las críticas legítimas de quienes han sufrido en carne propia la precariedad del sistema, sino que intenta imponer un deber de silencio a profesionales que, durante décadas, han sido utilizados como moneda de cambio en misiones internacionales y explotados por la dictadura.
Durante años, el régimen cubano ha mercadeado con sus médicos como el buque insignia de su propaganda, presentándolos como “ejemplo de solidaridad” en el exterior, mientras les negaba derechos laborales básicos en casa y se apropiaba de la mayor parte de sus salarios. En lugar de asumir su responsabilidad en el deterioro del sistema, la maquinaria propagandística culpa a las víctimas, tratando como “traidores” a quienes deciden marcharse y contar la verdad.
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Redacción Cubanos por el Mundo