La espiral de violencia que consume a Cuba, alimentada por la inoperancia de un régimen enfocado en la represión, cobró la vida de Carlos Laferte, un apreciado comerciante de 61 años en Cárdenas, Matanzas.
Así lo hizo saber el usuario Christian Arbolaez mediante una publicación en Facebook, cuyo testimonio fue corroborado por numerosos conocidos de la víctima.
El trágico suceso ocurrió este lunes, cuando el propietario de una conocida cafetería fue apuñalado en repetidas ocasiones por un joven de apenas 18 años.
El ataque fulminante acabó con la existencia de un hombre considerado por muchos un pilar de su comunidad.
Quienes lo conocieron describen a Laferte no solo como el dueño de un negocio, sino como un referente de integridad y un consejero para sus vecinos.
Resulta una trágica ironía que, a pesar de sus conocimientos en defensa personal, no lograra repeler la agresión, lo que evidencia la ferocidad y la impunidad con la que actúan los delincuentes en la isla.
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El asesinato ha sumido a la comunidad de Matanzas en una profunda consternación, dejando una herida abierta en el tejido social del barrio. Su ausencia deja un vacío que, según los propios vecinos y amigos, será imposible de llenar, pues con él desaparece un símbolo de la bondad y respeto.
Este homicidio no es un hecho aislado, sino un síntoma más de la descomposición social y la inseguridad rampante que el castrismo es incapaz de contener, y que, peor todavía, intenta esconder por todos los medios.
Mientras el aparato represivo se ocupa de perseguir a disidentes y activistas, los ciudadanos decentes como Carlos Laferte son las víctimas mortales del caos y el desgobierno que imperan en el país.
Redacción de Cubanos por el Mundo