La desconfianza en las instituciones del régimen cubano obligó a un ciudadano de La Habana a recurrir a la justicia por su propia mano, ofreciendo una recompensa de 1,000 dólares para recuperar su motocicleta robada.
Fue el propio afectado, Alejandro Morejón Pelegrino, quien dio a conocer la situación a través de un desesperado llamado difundido en las redes sociales.
Su mensaje deja al descubierto el sentir de un pueblo abandonado por sus autoridades: “Dicen que fue un gordo y flaco, los dos mulatos”.
Trascendió que el vehículo fue sustraído en la Zona 6 de Alamar, específicamente en las inmediaciones del Edificio Tarará, en La Habana del Este.
Su declaración es sumamente reveladora, pues no solo busca recuperar un bien material de alto valor en la precaria economía de la isla, sino que también implica una renuncia explícita a involucrar a la policía. El ciudadano prefiere negociar directamente en las sombras antes que enfrentarse a la burocracia y la ineficacia de un sistema de (in)justicia que no ofrece ninguna garantía.
Para cualquier información que pueda ayudar a Alejandro Morejón Pelegrino, se ha difundido el número de contacto 59092027.
La oferta de una suma tan considerable refleja la certeza de que los canales oficiales son una vía muerta. Mientras los recursos de la dictadura se destinan a vigilar y encarcelar a disidentes, los delincuentes comunes operan con una impunidad absoluta, obligando a las víctimas a crear sus propios mecanismos de investigación y recuperación.
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Este suceso no es un hecho aislado, sino que se inscribe en una creciente epidemia de robos de motos y bicicletas eléctricas que azota la capital, transformando la propiedad personal en un objetivo constante para la delincuencia descontrolada.
Redacción de Cubanos por el Mundo