En una escalada de su campaña contra los carteles latinoamericanos, el Departamento de Guerra de Estados Unidos ejecutó dos ataques aéreos contra embarcaciones sospechosas de narcotráfico en el océano Pacífico, marcando la primera incursión en esta ruta clave y ampliando el frente de confrontación más allá del Caribe.
Los ataques, realizados esta semana bajo órdenes directas del presidente Donald Trump, resultaron en la destrucción total de los objetivos y la muerte de al menos tres tripulantes, según confirmó el secretario de Guerra, Pete Hegseth, en un anuncio difundido en redes sociales.
El funcionario estadunidense, en su publicación en X, detalló que el primer ataque se dirigió contra una nave operada por una “Organización Terrorista Designada” que realizaba actividades de narcotráfico en el Pacífico oriental.
“Ayer, por orden del presidente Trump, el Departamento de Guerra llevó a cabo un ataque cinético letal contra una embarcación operada por una Organización Terrorista Designada y que realizaba narcotráfico en el Pacífico Oriental”, escribió el funcionario, agregando que el objetivo transportaba narcóticos y que tres hombres perecieron en la acción.
Asimismo, enfatizó la determinación de la administración republicana ante estas amenazas a la Seguridad Nacional.
“Estos strikes continuarán, día tras día. No son simplemente corredores de drogas: son narco-terroristas que traen muerte y destrucción a nuestras ciudades”, precisó.
El segundo ataque, anunciado horas después, siguió un patrón similar y se enmarcó en la expansión de operaciones que Trump ha calificado como una “guerra total contra el narcoterrorismo”.
Fuentes del Pentágono, bajo reserva, indicaron que las naves eran semisumergibles, conocidas como narcolanchas o “narco-submarines”, diseñadas para evadir radares y transportar grandes cargamentos de cocaína y fentanilo hacia México y Estados Unidos.
Estas embarcaciones, construidas en astilleros clandestinos de Colombia y Ecuador, pueden cargar hasta varias toneladas de estupefacientes y navegar a baja altura para evitar detección satelital. Esta nueva fase en el Pacífico, que representa una ruta emergente para los carteles del Clan del Golfo y remanentes de las FARC disidentes, se produce en medio de un despliegue masivo de activos navales estadounidenses en el Caribe: ocho buques de la Armada, incluyendo el grupo anfibio Iwo Jima y destructores independientes, operan en la región bajo el mando del Comando Sur.
Es importante mencionar que, la Casa Blanca insiste en que estas acciones salvan vidas. Entretanto, el Departamento de Guerra anticipa más operaciones “inminentes”, reafirmando que “todas las opciones están sobre la mesa”.
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Redacción Cubanos por el Mundo
