En un nuevo operativo propagandístico, el régimen cubano anunció la captura de 11 individuos en Pinar del Río, presentándolos como una banda dedicada al robo de vehículos.
Esta narrativa busca proyectar una imagen de eficacia policial en medio de una ola de criminalidad que las propias políticas de la dictadura han desatado.
La información fue difundida a través de una nota del Ministerio del Interior, convenientemente replicada por el medio estatal Telepinar. El segundo jefe de la Unidad Provincial de Investigación Criminal, Osniel Miranda Curbelo, fue el funcionario encargado de presentar esta versión oficial a la prensa controlada, enfocándose en los “éxitos” del operativo en lugar de las fallas que permiten que estas bandas operen.

La red delictiva, cuyos miembros provenían de la provincia de Artemisa, había establecido un sofisticado modus operandi: se desplazaban a Pinar del Río para ejecutar los robos y luego regresaban a su territorio o a otras provincias para comercializar el botín.
Su método consistía en forzar las cerraduras y manipular el sistema de arranque de los vehículos que los conductores dejaban estacionados durante la noche cerca de sus domicilios.
El blanco de sus operaciones eran principalmente los vulnerables activos del propio régimen. Entre los vehículos recuperados se encuentra un camión V-8 de la Empresa Agroindustrial de Granos Los Palacios, cargado de yuca, y dos jeeps pertenecientes a la Empresa de Transporte Agropecuario y a la Genética Pecuaria Camilo Cienfuegos.
Además, se apoderaron de una motocicleta estatal y del Lada 1600 de un particular, demostrando un amplio rango de acción.
El circuito ilícito se extendía por varias provincias. De hecho, el camión fue localizado en Nueva Paz (Mayabeque), el automóvil particular en La Habana y uno de los jeeps en la misma Artemisa.
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Otro de los vehículos todoterreno ya había sido desmantelado para vender sus componentes. Los compradores, según el funcionario, adquirían los vehículos sin documentos a precios irrisorios con la intención de modificarlos o despiezarlos para maximizar sus ganancias.
Mientras a siete de los detenidos se les imputan delitos de robo con fuerza y hurto, y a los otros cuatro se les acusa de receptación, la realidad subyacente es la de un país donde la miseria impulsa el crimen y las autoridades, incapaces de garantizar la seguridad, optan por escenificar victorias aisladas para simular un control que hace tiempo perdieron.
Redacción de Cubanos por el Mundo