El cuerpo como territorio de protesta es la cruda realidad que enfrenta el preso político Yosvany Rosell García Caso, quien ha superado la primera semana en huelga de hambre dentro de los muros de la prisión “Cuba Sí”, en Holguín.
Es pertinente recordar que Rosell García Caso es uno de los miles de cubanos cuya vida fue truncada por la brutal represalia del régimen tras las históricas protestas del 11 de julio de 2021.
La denuncia fue articulada por el grupo de asesoría legal Cubalex, que confirmó que el ayuno voluntario comenzó el pasado 23 de octubre, como un acto de protesta desesperado ante la indolencia de sus carceleros.
Durante su encarcelamiento, el preso político ha sido sometido a incomunicación, maltratos y, lo que es más grave, a la negación deliberada de atención médica para la hipertensión crónica y la afección cardíaca que padece, una tortura que pone su vida en riesgo constante.

El profundo sentido de su sacrificio quedó plasmado en una carta que su esposa, Mailín Sánchez, compartió a través de Facebook, donde el prisionero expresó: “Lo que haces solo por ti se desvanece cuando mueres. Lo que hacemos por los demás es nuestro legado divino”. Estas palabras evidencian que su lucha trasciende lo personal y se enmarca en una causa colectiva por la libertad de Cuba.

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La huelga de hambre, agravada por las condiciones insalubres y la alimentación deficiente, representa la única vía que les queda a los secuestrados por el régimen castrista para exigir el respeto a sus derechos fundamentales, una herramienta letal a la que son orillados por el abandono y la crueldad de las autoridades, que siguen viendo frente a sus narices cómo los verdaderos criminales caminan a sus anchas por las calles del país.
Redacción de Cubanos por el Mundo