El colapso del sistema de salud cubano cobró una nueva víctima en Mayarí, Holguín, donde Mandiel Magaña Quiala, un hombre de 40 años, murió a causa de un abandono institucional flagrante.
Su fallecimiento, ocurrido en un lapso de apenas cuatro horas dentro de un hospital, no fue producto de una enfermedad incurable, sino de la desidia criminal de un sistema que, lejos de salvar vidas, no hace más que exponerlas aún más al peligro.
La denuncia fue expuesta públicamente por el periodista independiente José Luis Tan Estrada a través de su perfil en Facebook, quien documentó el caso como un testimonio más de la catástrofe humanitaria que vive la isla.
El calvario de Mandiel comenzó el pasado 5 de noviembre al llegar al centro hospitalario buscando auxilio por una obstrucción intestinal, una condición grave pero tratable.
Sin embargo, en lugar de recibir atención de emergencia, su agonía fue “aliviada” con dipirona e ibuprofeno, lo que selló su destino mientras su cuadro clínico se deterioraba irreversiblemente.
La situación escaló a niveles de negligencia inconcebibles. Ante la indiferencia del personal de guardia, la tía del paciente, Aimé Solangel, tuvo que subir desesperada hasta la unidad de terapia intensiva para suplicar ayuda, ya que las enfermeras de turno demostraron ser incapaces de realizar un procedimiento básico como la colocación de una sonda nasogástrica.
Este cúmulo de fallas se desarrolló en un ambiente de apatía total: mientras la guardia administrativa dormía, un grupo de estudiantes de medicina se entretenía con sus teléfonos móviles ajenos a la emergencia.
La familia, de origen humilde, fue cruelmente ignorada, confirmando la realidad de que en los hospitales, ya sea de Holguín y de toda Cuba, la urgencia se mide por el estatus social y no por la gravedad del paciente.
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Mandiel Magaña Quiala nunca fue ingresado formalmente ni evaluado en una consulta. Su vida se extinguió en un improvisado “cuartico de curación”, un espacio que simboliza la decadencia de la infraestructura sanitaria.
Su muerte no es un caso aislado, sino el reflejo de un régimen que condena a su pueblo a morir en centros de salud devastados, sin insumos, sin profesionales competentes y sin la más mínima responsabilidad.
Redacción de Cubanos por el Mundo
