La violencia del régimen cubano se ensañó nuevamente contra el preso político del 11J, Aníbal Yaciel Palau Jacinto, quien recibió una brutal golpiza por parte del jefe de la prisión Melena II, un represor identificado como “Rudy”.
El hecho ocurrió después de que el recluso exigiera explicaciones por el robo de sus efectos personales, por lo que su legítimo reclamo fue castigado con más agresiones y su posterior confinamiento en una celda de castigo.
Como respuesta a este atropello y a la constante violación de sus derechos, Palau Jacinto adoptó la extrema medida de una huelga de hambre desde el pasado 5 de noviembre, una acción de protesta que ha encendido las alarmas de su familia, mientras que su madre, Layda Yirkis Jacinto Abad, denuncia la imposibilidad de obtener una fe de vida.
“Mi hijo Aníbal se encuentra plantado en huelga de hambre desde el pasado miércoles 5, tras haber sido maltratado físicamente, golpeado por el jefe de Orden Interior, “Rudy”, de la prisión Melena II”, dijo la mujer a Martí Noticias.
Las condiciones actuales de este preso político son una clara forma de tortura, pues según sus familiares, lo mantienen aislado en un calabozo tapiado de apenas cuatro por cuatro metros, un espacio insalubre plagado de cal, cucarachas y ratones, y donde las autoridades carcelarias lo tratan como si hubiese cometido una falta grave en lugar de reconocer su estatus de plantado.
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Es fundamental recordar que Aníbal Yaciel Palau Jacinto, de 30 años, purga una injusta condena de cinco años de cárcel únicamente por haber participado en las protestas populares del 11 de julio de 2021 en el municipio de Güines, de modo que este nuevo ataque no es un hecho aislado, sino la continuación de un patrón de abuso y maltrato por parte de la dictadura contra quienes se atrevieron a alzar la voz por la libertad de Cuba.
Redacción de Cubanos por el Mundo
