Una madre cubana expuso la trágica farsa del sistema de salud castrista al relatar la terrible experiencia que vivió en un policlínico de Bayamo, Granma, donde la negligencia y la falta de insumos básicos casi le cuestan la vida a su hijo de 12 años.
La pesadilla de Reyna Rosales inició cuando llevó a su hijo, Arian Jesús, al policlínico “13 de marzo” con un cuadro febril de 39 grados, una emergencia agravada por la conocida reacción adversa del menor a la Dipirona, lo que dejaba al personal médico sin opciones inmediatas.
Fue la propia Rosales quien, a través de sus redes sociales, lanzó la contundente denuncia, convirtiendo su angustia personal en un testimonio irrefutable del colapso sanitario que la dictadura intenta ocultar con su propaganda de “potencia médica”.
El relato detalla un colapso total de los servicios más elementales, ya que ante la imposibilidad de administrarle el antifebril común, los médicos tampoco disponían de suero para hidratar al niño, forzando a la madre a abandonar a su hijo convaleciente para salir ella misma a conseguir una solución salina.
La situación escaló a un nivel crítico cuando el niño comenzó a convulsionar en la sala de guardia y el personal no tenía oxígeno para asistirlo, provocando que Arian Jesús presentara síntomas de cianosis en labios y uñas mientras perdía la orientación al punto de no reconocer a su propia madre.
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En medio del caos y la desesperación, la búsqueda de un traslado urgente se convirtió en otra odisea, puesto que ni una ambulancia ni el vehículo oficial de guardia estaban disponibles para trasladarlo al hospital infantil de esa localidad de Granma.
La cruda acusación de Reyna resume la indignación de todo un pueblo: “¿Dónde está la supuesta salud pública de primer nivel en Cuba?”, una pregunta que resuena con la dolorosa afirmación de que “mi hijo por poco se muere”, no a causa de una enfermedad incurable, sino por la ausencia de los recursos más básicos en un centro médico.
Redacción de Cubanos por el Mundo
