Bajo el sol inclemente de la isla, las figuras encorvadas de ancianos cubanos rebuscando entre desechos se han convertido en una imagen habitual del paisaje urbano en todas las provincias cubanas.
Lejos del retiro digno que prometió la revolución, la tercera edad enfrenta el abandono extremo por parte de la dictadura, pensiones miserables que no alcanzan para una comida decente los han convertido en sobrevivientes de una crisis que golpea con especial crudeza a quienes dedicaron sus vidas al país.
Los jubilados se encuentran entre los grupos más vulnerables de la isla, pues la inflación descontrolada y la escasez crónica de alimentos en Cuba han convertido la vejez en una condena a la pobreza extrema.
Un video publicado en Cubanos por el Mundo, demuestra la vida que llevan las personas de la tercera edad en la isla, quienes a diario revisan contenedores de basura, o los desechos que están tirados en el piso, en municipios habaneros como Centro Habana, Cerro y La Lisa.
La crisis de los ancianos también ocurre a nivel de salud, pues no reciben atención digna y sus ingresos son insuficientes para adquirir medicamentos que sanen sus dolencias o enfermedades.
Muchos quedaron en el país sin apoyo familiar. Organizaciones independientes documentan cómo algunos recurren a mendigar en zonas turísticas o vender sus pertenencias más esenciales para subsistir. Mientras el discurso del comunismo habla “revolución y protección social”, la realidad muestra una generación sacrificada que sobrevive en condiciones infrahumanas. Sin reformas pensionales que ajusten los ingresos a la hiperinflación ni programas sociales efectivos, los abuelos cubanos enfrentan sus últimos años de vida entre la indignidad y el olvido, buscando en la basura lo que el sistema socialista ya no puede proveer.
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Redacción Cubanos por el Mundo
