Los privilegios que caracterizan a la élite castrista quedaron expuestos nuevamente con los constantes viajes en jets privados de Raúl Guillermo Rodríguez Castro, “El Cangrejo”, nieto del anciano dictador Raúl Castro, quien utiliza a Panamá como su centro de operaciones para una vida de lujos financiada por la miseria del pueblo cubano, una trama de despilfarro que quedó al descubierto tras el accidente en Venezuela de una de las aeronaves que solía utilizar.
De 41 años y con el grado de coronel sin talentos empresariales ni formación conocida (en pocas palabras, ni un solo mérito para tales operaciones) escaló posiciones en el poder únicamente por su linaje familiar, convirtiéndose primero en jefe de escoltas de su abuelo para luego disfrutar de las mieles de una red de negocios gestionada a través del conglomerado militar GAESA.
Una investigación periodística, conformado por los portales Armando Info, el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), Transparencia Venezuela en el Exilio y el diario La Prensa de Panamá, fundamentada en bitácoras de vuelo, manifiestos de aeronaves y registros migratorios, reveló los detalles de esta doble moral “revolucionaria”, demostrando cómo la cúpula cubana y sus socios se mueven con absoluta impunidad entre paraísos fiscales y regímenes aliados, como el de Maduro, por ejemplo.
La conexión con la dictadura venezolana se materializó a través del Learjet 55, con matrícula YV3440, que “El Cangrejo” compartía con el empresario panameño Ramón Carretero Napolitano, un contratista predilecto del chavismo, siendo precisamente esta aeronave la que terminó calcinada en el aeropuerto de Maiquetía el pasado 24 de septiembre.
Las fuentes mencionadas añaden que Carretero Napolitano, un operador clave para los intereses de Nicolás Maduro, amasó contratos por casi 800 millones de dólares a través de sus compañías, entre ellas Lanvicorp, beneficiándose de una red de nepotismo que involucraba directamente a sobrinos e hijos de Cilia Flores, esposa del dictador, quienes le otorgaban las licitaciones a dedo.

La evidencia documental demuestra que el nieto de Raúl Castro no solo utilizaba el jet siniestrado, pues también se transportaba en el Hawker 800XP con matrícula panameña HP-715 y en un Dassault Falcon 900EX registrado en San Marino, realizando decenas de visitas a Panamá en fechas políticamente sensibles, como los días previos a las elecciones presidenciales de ese país y durante la toma de posesión del nuevo mandatario.
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Para sellar el triángulo de poder y negocios, un empleado de confianza de Carretero, el abogado mercantil Edwin Abel Pitty Madrid, sin ninguna trayectoria diplomática, fue designado como embajador de Panamá en La Habana, consolidando así la influencia del empresario sobre las relaciones diplomáticas y asegurando un canal directo con sus socios en la dictadura cubana.
El siniestro aéreo en Caracas, que los cabecillas chavistas manejaron con un hermetismo sospechoso – como suele ocurrir con estos regímenes – destapó esta intrincada red de complicidad. Al mismo tiempo, los viajes de lujo de “El Cangrejo” dejan en evidencia los negocios y las redes de corrupción que el castrismo teje en distintos países de Latinoamérica, mientras sigue culpando al mal llamado bloqueo de la miseria y el hambre que deben soportar a diario los cubanos.
Redacción de Cubanos por el Mundo