Una sofisticada modalidad de estafa digital, que surgió en Cuba, está robando cientos de dólares a cubanos residentes en Estados Unidos que intentan ayudar a sus familiares en la isla, aprovechando la crisis económica y las limitaciones tecnológicas.
El creador de contenidos Osmany Pimentel Valdés fue una de las víctimas, perdiendo 950 dólares en el intento de enviar una planta eléctrica a sus seres queridos.
El engaño, detallado por Pimentel en un video de denuncia, opera en dos frentes: el comprador en EE.UU. y el receptor en Cuba. El proceso comienza cuando un familiar en el exterior busca productos en plataformas como Facebook Marketplace o Revolico. Al contactar con un supuesto vendedor, este solicita con astucia el número telefónico del destinatario en la isla.
Posteriormente, el estafador, usando técnicas de ingeniería social, contacta a la persona en Cuba. Fingiendo ser el vendedor o un intermediario legítimo, solicita una ubicación de Google Maps para la “entrega” y envía un PIN de verificación de WhatsApp falso, argumentando que es para confirmar la identidad. Cuando la víctima en Cuba reenvía ese Código, que en realidad es para recuperar o clonar la cuenta, el delincuente toma el control de su WhatsApp.
Con la cuenta cubana hackeada, el criminal se hace pasar por el familiar en la isla y contacta al comprador en EE.UU. desde el número genuino. Con total naturalidad, confirma que “todo está listo” y urge el pago inmediato vía Zelle o otra transferencia rápida. La víctima en el exterior, creyendo hablar con su ser querido y confiando en el número correcto, realiza el envío de dinero. El producto, obviamente, nunca existe ni llega.
“Cuando vayan a hacer una compra para enviar a Cuba, llamen siempre por videollamada para verificar a la persona. Se están haciendo pasar por nuestros propios familiares para cobrar el dinero sin entregar nada”, advirtió Pimentel, quien subrayó el doble daño, tanto el económico, como el emocional, al ver frustrada la ayuda.
Expertos en ciberseguridad consultados señalan que este fraude prospera por la perfecta tormenta que vive Cuba y ante la desesperación por adquirir bienes básicos como medicinas, alimentos o equipos para paliar los apagones, combinada con un acceso limitado a información sobre seguridad digital y la confianza inherente en los lazos familiares.
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Redacción Cubanos por el Mundo
