La deplorable condición de un sexagenario en Santiago de Cuba, forzado a vivir en una precaria estructura en la localidad de Altamira, destapa la negligencia criminal de una dictadura que abandonó por completo a sus adultos mayores.
El drama de Pascual Jiménez, de 64 años, personifica la miseria que el régimen impone a los más vulnerables, al mismo tiempo que se burla descaradamente de ellos.
El comunicador Yosmany Mayeta Labrada difundió la denuncia a través de sus plataformas en redes sociales, donde expuso cómo la propaganda del castrismo se desmorona ante la realidad de miles de personas de la tercera edad desamparadas.
La morada del hombre es apenas una choza improvisada con evidentes fisuras y un techo endeble que cede ante las inclemencias del tiempo, una construcción ruinosa que evidencia la total ausencia de programas sociales o asistenciales funcionales.
“Pascual vive en un rancho humilde, deteriorado por los años, las lluvias, el sol y el abandono institucional. Su vivienda, levantada con recursos mínimos, muestra grietas, techos debilitados y una estructura que apenas resiste el paso del tiempo. No se trata de una excepción, sino de un reflejo crudo del desamparo gubernamental que pesa sobre miles de ancianos en Santiago de Cuba”, fueron las palabras de Mayeta en su publicación.
Para este anciano de Santiago de Cuba, así como para incontables cubanos, la vejez no es una etapa de descanso, sino una lucha diaria por conseguir alimentos y medicamentos básicos, un panorama donde el miedo a una enfermedad o al colapso de su vivienda es una constante mientras la Asistencia Social brilla por su ausencia.
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El caso de este ciudadano no es una anécdota de pobreza, sino la prueba irrefutable de una tiranía que condena a la indigencia a quienes dedicaron su vida al trabajo, convirtiendo a la isla en un escenario palpable del fracaso del modelo comunista.
Redacción de Cubanos por el Mundo
