La vida del preso político Francisco Rangel Manzano pende de un hilo dentro de la prisión Canaleta en Matanzas, donde un reciente desvanecimiento expuso la calculada negligencia médica del régimen cubano, que lo priva de la atención cardiológica especializada que requiere con urgencia para sus graves padecimientos.
La denuncia fue articulada por su esposa, la enfermera Regla Burunate, quien en conversación con Martí Noticias detalló el precario estado de su cónyuge, un miembro del Partido por la Democracia Pedro Luis Boitel, sentenciado a seis años de cárcel únicamente por ejercer su derecho a la protesta durante las manifestaciones del 11 de julio de 2021 en la localidad de Colón.
El activista, quien padece una cardiopatía severa e hipertensión, enfrenta un riesgo mortal al no recibir el tratamiento adecuado, ya que en el penal le suministran los medicamentos que están disponibles en el momento y no los siete tipos de pastillas específicas que su condición demanda, además de que el centro carece de un especialista en cardiología para monitorear su estado.
A sus 64 años, la integridad de este preso político permanece inquebrantable, pues ha rechazado cualquier beneficio penitenciario ofrecido por el Ministerio del Interior al sostener firmemente que su “libertad es sin condiciones”, una postura coherente con su decisión de no querer un abogado para lo que calificó como un “proceso amañado”.
El medio citado recordó que el régimen desmanteló en 2017 el proyecto humanitario Tondique que Rangel Manzano coordinaba para alimentar a personas vulnerables, demostrando el patrón de acoso y represión contra cualquier forma de disidencia.
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Su exclusión de la lista de excarcelación de varios secuestrados por el régimen en enero —luego de la conversaciones con el entonces Papa Francisco y la administración de Biden— solo confirma el ensañamiento de la dictadura contra un preso político que se niega a doblegarse.
Redacción de Cubanos por el Mundo