El expelotero cubano Omar Linares, y el exboxeador Mario Kindelán, son dos muestras de la realidad de las glorias deportivas en Cuba, que a pesar de dedicar sus triunfos al “comandante en jefe” o cenicero andante, viven con carencias a pesar de estar arrastrados a la dictadura comunista.
En un país “normal” aquellos atletas que alcanzan grandes hitos y marcan historia normalmente son remunerados por quienes gobiernan como forma de agradecimiento por el logro obtenido en favor de la nación, pero esto no ocurre en Cuba, ya que las llamadas glorias deportivas terminan “aruñando” en Miami, capital del exilio, en donde viven la mayoría de los cubanos que se vieron en la necesidad de huir por culpa de la tiranía cubana, a la que estos atletas le rendían honores.
Esta semana se conoció que en el caso del exboxeador cubano, Mario Kindelán, se reunió con su ex contrincante Amir Khan, a quien derrotó en la final de las Olimpiadas de Atenas 2004 para nada más y nada menos que intentar venderle la misma medalla de oro que obtuvo en esa edición del evento deportivo en la que lo derrotó.
Aparentemente, el holguinero Kindelán le ofreció la presea dorada por cinco mil dólares, que utilizaría para construirle una casa a su mamá en Cuba, según declaraciones de Khan.
“Él quiere construir una casa para su madre en Cuba, y quería venderme la medalla de oro por $5,000 dólares la misma con la que me ganó. Le dije que esa medalla le pertenece a él, él es el campeón, me venció en la final olímpica. Voy a darle los $5,000 – ‘Te daré el dinero para la casa de tu madre, pero tienes que quedarte con la medalla de oro”, se precisa en el reporte que evidencia, como este exboxeador cubano tuvo que jinetearle el dinero a quien derrotó hace años, cuando se supone que él por ser ganador olímpico debería estar en una posición “privilegiada en su país”.
Por su parte, Omar Linares, quien es considerado uno de los mejores peloteros que ha dado Cuba en su historia, quien se negó incluso a firmar un contrato en las Grandes Ligas por fidelidad al “comandante en jefe”, a pesar de que le ofrecieron “un cheque en blanco”, fue visto recientemente en el corazón de Miami promocionando autos.
En el caso del exbeisbolista, seguramente se vio en la necesidad de ir a la capital del exilio a aruñar algo de dinero porque la dictadura no lo atiende ni le da alguna ayuda económica, a pesar de que se pasó toda una vida, arrastrado a los comunistas.
Casos como el de estos dos cubanos evidencian que a la dictadura no le importa el deporte en la isla, y que inclusos estos atletas son únicamente fichas que el régimen utiliza para mostrar ante el mundo que controlan todo dentro de la isla y luego de usarlos, los desechan al igual que han hecho con los combatientes de Angola, y con la mayoría del pueblo cubano que hoy vive en la miseria.
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Redacción Cubanos por el Mundo