Rafael Fernández, un cubano entusiasta de la pesca submarina, encontró un trágico final en las aguas de Playa Baracoa, Artemisa, el pasado 22 de mayo.
Su deceso se produjo durante una actividad en solitario de esta disciplina, según reportó Michel Hernández en redes sociales.
El fallecido, que era graduado de física de la Universidad de La Habana, dedicó gran parte de su vida a explorar las profundidades marinas, siempre bajo la premisa de realizar una pesca respetuosa con el medio ambiente.
“No era uno de esos pescadores que salen con un ánimo depredador. En las profundidades buscaba el pez adecuado y de no encontrarlo se iba con las manos vacías. Para él era ese pez o nada”, dijo Hernández en la publicación.
A pesar de las recomendaciones de seguridad al practicar la pesca submarina, Fernández se aventuró solo en esta ocasión.
Un día después de su partida, su cuerpo fue encontrado por una pareja de pescadores locales, marcando un doloroso recordatorio de los peligros que entraña el mar.
“El cuerpo de Rafael Fernández lo devolvieron dos pescadores este 23 de mayo a la orilla de playa Baracoa. Tenía 42 años y había muerto en un completo desafío”.
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En una emotiva ceremonia realizada el 27 de mayo, sus cenizas fueron entregadas al mar de Playa Baracoa, un gesto simbólico que honra su conexión inquebrantable con el océano.
“La ceremonia fue difícil. Pero de alguna manera Rafa quiso que sus amigos y su familia se reunieran una tarde junto al mar para compartir las anécdotas de la vida o para despedirlo. Él quizá encontró el pez definitivo que siempre estuvo buscando en el mar, y tras el descubrimiento no pudo volver atrás”, finalizó Michel Hernández.
Aunque “Rafa” ya no estará presente físicamente, seguirá en el corazón y recuerdo de cada uno de sus seres queridos.
Redacción de Cubanos por el Mundo
