La provincia de Santiago de Cuba enfrenta una crisis de abastecimiento de gas licuado, indispensable para la mayoría de los hogares cubanos y este caso ocurren en muchos otros territorios de la isla.
En los últimos meses, el precio de una balita de gas de 10 kilogramos en el mercado informal ha alcanzado cifras alarmantes, oscilando entre 10,000 y 14,000 CUP.
Este incremento del precio de la balita de gas responde a una combinación de factores, entre los que destacan el colapso energético, el descontrol en la distribución y la escasez de suministros, sumado a la ineficiencia del régimen comunista, afectando a las familias cubanas.
Los antillanos se están quejando por la situación porque los ingresos en la isla no alcanzan para cubrir las necesidades y si a esto se suma el aumento del precio del gas, se empeora la situación.
Lázaro, un ingeniero del reparto Abel Santamaría, lamenta que “la prioridad no es para las familias que apenas tienen con qué cocinar, sino para quienes pueden pagar los precios abusivos del mercado negro”.
Por su parte, Dalia, otra vecina de la zona, le comentó a Diario de Cuba, que “el problema no solo es esperar horas, o incluso días, sino ver cómo quienes deberían resolver esta situación se benefician de la necesidad del pueblo”.
Para muchos santiagueros, la falta de gas licuado los obliga a recurrir a métodos rudimentarios, como el uso de leña, que genera riesgos de salud y seguridad.
La cubana María Elena, madre soltera, destaca que el gas “se ha convertido en un lujo inalcanzable”, mientras observa cómo restaurantes y negocios, que pueden pagar el gas a precios elevados, mantienen su funcionamiento.
En cambio, familias con menos recursos dependen de largas filas y procedimientos burocráticos, muchas veces sin éxito.
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Redacción Cubanos por el Mundo