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El fracaso se llama Ciego de Ávila

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LA HABANA, Cuba.- En los últimos tiempos se han puesto de moda los pronósticos optimistas de los directivos del deporte cubano. Un entusiasmo que, por supuesto, deviene estruendoso fracaso una vez que no se cumplen las metas propuestas. Eso sucedió en los pasados Juegos Panamericanos de Toronto, donde la delegación de la isla tuvo que conformarse con el cuarto lugar del medallero, después de haberse proclamado que se aspiraba al segundo escaño.

Ahora, en ocasión de celebrarse la Serie del Caribe de béisbol, el manager del equipo Ciego de Ávila, que representó a Cuba en ese certamen, había declarado que su único objetivo era conquistar el campeonato. Incluso, los mandamases del béisbol cubano adoptaron aparatosas medidas organizativas con tal de que se cumpliera semejante vaticinio.

La Serie Nacional cubana fue detenida más de una semana antes de que comenzara la Serie del Caribe, con el propósito de que los peloteros de Ciego de Ávila se prepararan para ese torneo. Además, el equipo avileño fue ampliamente reforzado con peloteros de otras novenas, por lo que al final parecía ser un equipo nacional, y no la representación de una provincia que había ganado el campeonato cubano.

Y el resultado de la competencia no pudo ser más desalentador para los cubanos. Perdieron los primeros tres juegos de la etapa clasificatoria, dos de ellos con abultados marcadores, como el caso de Puerto Rico, que venció a Cuba once carreras por una. Solo lograron vencer en esta etapa, por estrecho margen, a República Dominicana.

En la fase semifinal los cubanos fueron aplastados por México, que tuvo en el torpedero Yunieski Betancourt, un pelotero cubano que se marchó de la isla y ha brillado en las Grandes Ligas de Estados Unidos, a su mejor bateador. Los directivos del béisbol cubano podrían aplicar aquello de que “no hay peor astilla que la del propio palo”.

Comoquiera que la peña del Parque Central habanero continúa como una de las mecas para las discusiones sobre este deporte, encaminamos los pasos hacia ese lugar un día después de la definitiva derrota cubana.

Lógicamente, todos los peñistas criticaban la labor del equipo avileño. En especial, los dardos iban enfilados contra algunos de los refuerzos que le añadieron a ese colectivo. “Total, dejaron fuera a algunos peloteros avileños que ganaron el campeonato cubano, con tal de habilitarle un espacio a gentes como Alfredo Despaigne, un hombre que estaba de vacaciones y falto de entrenamiento, en espera de competir próximamente en Japón. Eso demuestra que aquí llevan a los peloteros por el nombre y no por su rendimiento. Y, al final, Despaigne no bateó nada”, argumentó un joven aficionado.

Un señor de la tercera edad, por su parte, captó un detalle de las descripciones que hacían los narradores cubanos para la televisión. “Señores, ¿ustedes se fijaron cómo insistían esos narradores en señalar que muchos de los peloteros de los restantes equipos eran cubanos? Sí, cubanos que “desertaron” de la isla”.

“Y muy hipócritas que son esos narradores, porque hace un tiempito no podían ni mencionar sus nombres, ya que “de arriba” lo tenían prohibido”, intervino otro peñista.

“Al final se han dado cuenta de que no pueden vivir de espaldas a la realidad. Por eso permitieron la visitas recientes de Pito Abreu, y Yasiel Puig”, fue la opinión de otro de los presentes.

Y un joven que no había hablado se acercó al grupo, y aportó su punto de vista bajando el tono de la voz: “Es que al béisbol castrista no le quedó más remedio que tirar la toalla”…

Tirar la toalla, en el deporte del boxeo, es la señal para solicitar la paralización del combate por la paliza que está recibiendo uno de los pugilistas.

Written by CubaNet

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