in

Jorge Olivera Castillo: ‘Estamos viendo la legitimación de la dictadura’

(Diario de Cuba).- De Angola al periodismo independiente; del periodismo independiente a la cárcel; de la cárcel… al periodismo independiente. Y a la literatura. Este ha sido el recorrido del editor de televisión y escritor Jorge Olivera Castillo, uno de los 75 cubanos encarcelados durante la “Primavera Negra” de 2003.jolivera030316

Afirma con orgullo provenir de una familia pobre y dice que no fue el primero en enfrentarse al totalitarismo. El primero fue su padre, quien formó parte de la llamada “microfracción” en 1967.

Afirma con orgullo provenir de una familia pobre y dice que no fue el primero en enfrentarse al totalitarismo. El primero fue su padre, quien formó parte de la llamada “microfracción” en 1967.

“El Gobierno lo llamó microfracción para desprestigiarlo; fue un cisma dentro del Partido. Eran miembros del viejo Partido Comunista o Partido Socialista Popular, pro soviéticos. Criticaban el caudillismo de Fidel Castro, el exceso de gratuidades, la exportación de la revolución y la confiscación de la pequeña empresa”.

“Mi padre dirigió ocho células en la lucha contra Batista; fue corrector de pruebas en el periódico Hoyy luego de Granma hasta 1967, cuando ocurrieron los arrestos: 48 viejos militantes. El líder, Aníbal Escalante, fue condenado a 15 años; murió en prisión por apendicitis, según la historia oficial. Otros fueron sentenciados a 12 años; otros, a diez (entre ellos mi padre), y otros a menos años”.

“El Gobierno hizo una purga nacional. Muchos no fueron arrestados, sino expulsados de sus trabajos y obligados a hacer labores agrícolas. Bastaba ser sospechoso de lo que no era tal conspiración, sino discrepancias con la política de Fidel Castro. Creo que fue la primera gran ola represiva dentro del mismo Partido”.

“Los partidos comunistas de la región criticaron los arrestos. Fidel Castro fue cuestionado en Chile. Al regreso, empezó a liberarlos escalonadamente. Mi padre cumplió cuatro años y tres meses. Siguió siendo comunista; decía que ellos (el Gobierno) eran unos pequeños burgueses”.

“No hay guerra desinteresada”

DDC: El pasado año se conmemoró otro aniversario de la misión internacionalista cubana en África. En televisión aparecieron varios oficiales de esa guerra y exaltaron cómo Fidel Castro convenció al pueblo del deber solidario de luchar en África. Usted fue uno de los jóvenes enviados a Angola.

No fue voluntario. En estos gobiernos existe la compulsión, métodos muy sofisticados. Tenía 19 años, me enviaban por el servicio militar. Pensaba que no ir podría truncar mi futuro, impedirme estudiar en la universidad (al final no lo hice). La alternativa era hacerme suboficial y jurar cuatro años en el ejército, pero detesto lo militar.

Estuvimos 17 días en el barco, hacinados, sin bañarnos. Me recordaba las travesías de los esclavos. En Angola permanecí 26 meses. Vivíamos bajo tierra para protegernos de la aviación sudafricana. El baño estaba fuera. En la época de lluvia, debíamos dormir a la intemperie porque los huecos se inundaban. El agua de beber era carmelita. Tuve amebiasis tres o cuatro veces, y paludismo, varias; la primera fue la más grave, se me complicó con una anemia aguda. Estuve a punto de morir”.

“Desayunábamos un poco de leche con un pedazo de pan; para almuerzo y comida, arroz, potaje y una carne de cerdo enlatada holandesa, de muy mala calidad. Muy esporádicamente nos daban carne, creo que de búfalo. Era mecánico de tanques; no estuve en la línea de combate, aunque sufrí dos bombardeos en los que afortunadamente no hubo bajas mortales”.

“Vi personas morir por enfermedad, o enloquecer y disparar a sus compañeros; así ocurrieron varias bajas”.

DDC: Usted afirma que en estos gobiernos existen métodos sofisticados para convencer a la gente de luchar en guerras lejanas. Pero en Estados Unidos, donde no hay totalitarismo, también existen mecanismos que hacen a la gente ir a combatir lejos de su patria, convencidos de defender la democracia.

Estados Unidos es un imperio, con intereses geopolíticos; la Unión Soviética los tenía también, como Rusia, China… La mayor parte del ejército norteamericano se beneficia; sé que hay veteranos sin atención, porque han sido muchas las guerras y los participantes. Pero hay créditos para estudiar en la universidad y otras prebendas sociales. En Cuba, no ha habido ningún tipo de atención.

DDC: Tengo entendido que a las familias que perdieron a alguien en África les dieron un televisor a color.

Es cierto. Me atrevo a afirmar que la mayoría, decenas de miles de jóvenes, quedó olvidada. A los miembros de la Asociación de Combatientes les dan un poco de arroz y frijoles.

DDC: A usted le corresponde esa dieta.

No la aceptaría. Arrojé la medalla y el diploma a la basura.

DDC: Mencionaba intereses geopolíticos. ¿Cuba tenía alguno o fue realmente una participación desinteresada?

No hay guerra desinteresada. En los gobiernos totalitarios se funciona el espíritu mesiánico y caudillista del líder. Se esconden tras un ideal. Fidel Castro necesitaba convertirse en un personaje de talla mundial. De cierta manera lo logró, a costa del pueblo y de recursos que pudieron invertirse mejor. En Angola no hay socialismo, hay capitalismo. Creo que eso estaba previsto; solo fue una satisfacción del ego de Fidel Castro y una vía para hacer la guerra a los Estados Unidos. Se sabe que el apartheid era apoyado por Occidente.

DDC: Sin embargo, días atrás le escuché expresar admiración por Nelson Mandela. ¿No considera importante que Cuba ayudara a liberar a Sudáfrica del apartheid? ¿Cree que la participación cubana fue decisiva?

Es una pregunta compleja. Pienso que, intereses geopolíticos aparte, era necesaria la liberación del pueblo sudafricano. La intervención cubana fue decisiva, aunque también había mucha presión internacional. A Fidel Castro le sirvió para entrar en el juego de las potencias como actor emergente que puso la carne de cañón.

Viví esa guerra y vi la corrupción de la alta jerarquía de la oficialidad; vivían en casas lujosas dejadas por empresarios portugueses, en desproporcionada riqueza, más en aquel contexto. No comían lo mismo que nosotros, les suministraban muy buena comida.

DDC: ¿Lo vio?

Las casas estaban a la vista, no era secreto. Lo de los suministros no lo vi, pero era el comentario de soldados y parte de la oficialidad; se hablaba de grandes bacanales.

Al regreso, nos dieron dinero para comprar un perfume, un pitusa… Fue humillante.

“Siempre vi la posibilidad de ir a prisión”

Aunque nunca se sintió comunista ni fue fanático del régimen, Olivera tampoco era un opositor. Dice que las ideas de su padre no influyeron en él durante su infancia y primera juventud.

“Mis padres se separaron cuando tenía dos años; lo veía, pero no éramos muy cercanos”, comenta. Pero años después, influyó en su formación política.

“Al regreso de Angola, empecé a trabajar en televisión. Estando en los servicios informativos comencé a cuestionarme ciertas cosas. Me vinculé más con mi padre, quise saber de su experiencia en la lucha contra Batista y de la microfracción. Asistí a unos talleres en su casa, donde los viejos comunistas debatían sobre la Perestroika y la Glasnot. Consideraban buenos los cambios propuestos por Gorbachov, que no buscaban cambiar el sistema, sino salvarlo. Pero estaba tan podrido que colapsó”.

“Fue un proceso de maduración. En marzo de 1993 di el salto definitivo con mi primera transmisión por Radio Martí, en la casa de un opositor. Primero fui secretario de divulgación y propaganda en un sindicato independiente, la Confederación de Trabajadores Democráticos de Cuba”.

Olivera describe 1995 como el “año de la eclosión de la prensa independiente en Cuba”.

En mayo se fundó la agencia Habana Press y él la integró desde septiembre y la dirigió desde 1999 hasta que fue detenido en abril de 2003.

DDC: ¿Si existía esta prensa desde 1995, por qué es en 2003 que ocurren los arrestos?

Siempre vi la posibilidad de ir a prisión, pero no por tantos años; menos en un grupo de 75 personas. Antes sufrí actos de repudio, detenciones, amenazas.

El arresto parecía el de Pablo Escobar y no el de un periodista independiente. Cerraron la calle. Veinte personas registraron mi casa.

Había un recrudecimiento, más retórico que real, de la política norteamericana. En época de Bush, Cuba compraba muchos alimentos en Estados Unidos. La respuesta del Gobierno fueron los arrestos. Pienso que fue decisión de Fidel Castro y que ocurrieron un día después de la invasión a Irak para aminorar el efecto mediático, pero hubo una gran repulsa a nivel internacional.

También pienso que intentaron crear rehenes para una posible negociación. Los Cinco por los supuestos peones de Estados Unidos, que no somos. Asumí esta posición sin esperar nada a cambio.

Toda oposición necesita ayuda, también Fidel Castro en su lucha contra Batista. Nunca me han condicionado. Gracias a esta ayuda, que no es salario, he podido resistir el asedio del Gobierno, el período en la cárcel. El dinero para la democracia en Cuba es público. Nunca recibiría dinero de Osama bin Laden, del Chapo Guzmán.

DDC: ¿De Luis Posada Carriles?

Tampoco. Agradezco a los gobiernos que nos han ayudado, especialmente al norteamericano, sobre todo porque no me ha condicionado, aunque no estoy de acuerdo con el embargo ni la política de cambio de régimen.

DDC: ¿Cree que es una ayuda desinteresada?

Siempre hay algún interés, nadie regala dinero. Sí, hay un enfrentamiento entre una dictadura y un Gobierno democrático. Pero lo importante es que nadie me ha ordenado nada ni me ha puesto a trabajar por sus intereses. Empecé en este trabajo sin ganar ningún dinero, pasando hambre incluso.

“Llévenme, pero voy a seguir escribiendo”

Olivera no milita en ningún partido. Se considera un demócrata.

“Aspiro a la democracia, aunque sé que la democracia no es perfecta; a la construcciónde una república donde quepan todos, incluso los comunistas… Cuando estudias los procesos de transición en el mundo, al final hay que perdonar. No hay otra manera de resolver una situación compleja que entraña la vida de millones de personas.

En este sistema totalitario que va para 60 años, en algún momento, todos hemos sido culpables por acción u omisión. Muchas veces permanecimos callados cuando debíamos hablar. Otros han sido peores, han hecho daño físico a miles de personas y es justo que enfrenten un tribunal. Pero, como demuestra la historia, no todos son juzgados”.

Olivera es uno de los miembros del Grupo de los 75 que ha decidido permanecer en la Isla.

“Pensaba irme, incluso antes de estar preso. El Gobierno no me daba respuestas y seguí trabajando. En 2005 y 2006 amenazaron con regresarme a prisión. Dije: ‘llévenme, pero voy a seguir escribiendo’. Me dejaron tranquilo. El 12 de octubre de 2010, me entregaron la tarjeta blanca en emigración. Era salida definitiva y decidí quedarme. Quisieron que expusiera las razones en un documento y me negué. Después publiqué en Convivencia un artículo titulado ‘Yo me quedo’. Está en internet”.

“Había invertido gran parte de mi vida en un ideal. Considero mi trabajo fundamental. Además, pensé en las consecuencias del exilio: el desarraigo, el vacío espiritual aunque tengas todo lo material. Decidí seguir luchando por la democracia en Cuba, sean cuáles sean las consecuencias, porque pueden regresarme a prisión”.

Huésped del infierno

Olivera está en la calle bajo licencia extrapenal por enfermedad.

“El Gobierno cubano solo la otorga cuando la persona está al borde de la muerte; lo de nosotros fue una coartada para mantenernos en un limbo, realmente algunos no estábamos lo suficientemente enfermos. Han violado su propio Código Penal: quien recibe licencia extra penal debe someterse a chequeo cada seis meses, para ver si prevalece la enfermedad. Nosotros continuamos haciendo el trabajo por el que nos encarcelaron”.

Al periodismo, Olivera ha unido la literatura, donde también hace “denuncia, sin caer en el panfleto”.

Empezó a escribir en los 90, pero fue en la cárcel donde lo tomó más en serio. Ahí escribió su primer libro de poesía.

“Estuve nueve meses en una celda de aislamiento de tres metros de largo por dos de ancho, con roedores, un hueco en el piso como baño, un camastro de hierro con una tabla y una colchoneta finita; sin mesa ni silla. Dejaban pasar literatura, y papel y lápiz para escribir, pero cuando oscurecía no podía hacer nada porque el bombillo era de muy pocas bujías. Además estaban los enjambres de mosquitos. La poesía me ayudó a sobrevivir”.

“Fue una experiencia traumática pero me sirvió para crecer como persona, apreciar más mi libertad y mi trabajo, y dejar constancia de las cosas que vi. De ahí salió el libro Huésped del infierno. Después de la celda de aislamiento me pusieron con criminales comunes”.

Sin embargo, Olivera era un “preso de conciencia, declarado por Amnistía Internacional”.

“Una de las tantas arbitrariedades de estos sistemas es desconocer las categorías de preso político y de conciencia”.

“Estuve con criminales de la peor extirpe. Había desquiciados aptos para manicomio, asesinos, gente con más de 60 años de condena. Vi autoagresiones, intentos de suicidio, personas que se cosieron la boca a sangre fría”.

“Uno hizo una pasta caliente con jabas de nylon. Hubo que amputarle las manos. Lo hizo para ganarse la licencia extrapenal por incompatibilidad con el régimen penitenciario. Otro se levantó el cuero cabelludo. No vi violadores, pero sí hombres que se vendían por comida, cigarros”.

“Me impresionaba la naturalidad con que algunos contaban cómo robaban, cómo asesinaban”.

Olivera estuvo preso 21 meses, más de un año en la prisión de Guantánamo, a mil kilómetros de La Habana, y luego algunos meses en la cárcel de Agüica, en Matanzas, ambas de máximo rigor. Afirma no tener pesadillas, pero padece “colitis crónica de hipertensión”.

Ha publicado cinco poemarios que incluyen Confesiones antes del crepúsculo(Miami, 2005) yQuemar las naves (Miami 2015). Además, los libros de cuentos Huésped del infierno (Cádiz, 2007) yAntes que amanezca y otros relatos (Buenos Aires, 2010).

Ha sido traducido al checo, polaco, inglés, italiano y francés. Obtuvo una beca en la Universidad de Harvard en 2009, pero en La Habana le negaron permiso para viajar. Es miembro de honor del PEN Inglés y el PEN Checo, y Premio Nacional de Literatura Independiente Gastón Baquero (2014).

Preside el Club de Escritores Independientes de Cuba. Sus referentes en la literatura son Raúl Rivero, Manuel Díaz Martínez, Heberto Padilla…

DDC: ¿Solo disidentes; hay que oponerse al poder para ser un buen poeta?

No, puedo mencionarte también a un gran poeta como Waldo Leyva. Además, Raúl y Manuel publicaron la mayor parte de su obra dentro del oficialismo. Rivero fue Premio David. En el exterior, mis referentes son Borges, Vallejo, Emily Dickinson…

DDC: Víctor Manuel Domínguez decía días atrás que salvo honrosas excepciones, la poesía cubana no atraviesa un buen momento. ¿Comparte esa opinión?

Sí, aunque es una cuestión de gustos. Creo que el principal problema es la masividad, que ha invadido todos los rincones de la vida del país. La poesía no es un fenómeno de masas. La forma dirigista del Gobierno de implicarse en el arte le ha hecho mucho daño a la literatura.

Aunque la ideologización no es cómo en otras décadas, la UNEAC, por ejemplo, no es una organización descentralizada, independiente. Ahora existen publicaciones impensables en los 60, los 70 y los 80, pero responden a una estrategia de dar una imagen de apertura y libertad.

La legitimación de la dictadura

DDC: Durante el Foro Cuba y sus identidades, afirmó que el Gobierno cubano se beneficiaba de la crisis migratoria en Costa Rica. ¿Cómo nos afectaría la desaparición de la Ley de Ajuste Cubano? ¿Seguirían yéndose los cubanos ilegalmente a los Estados Unidos al cerrarse esta vía importante? ¿Se verían obligados a permanecer e intentar solucionar nuestros problemas aquí?

La gente seguirá marchándose; el Gobierno presiona para que quiten la ley para poder decir que no hay una dictadura.

Cómo van las cosas, no creo que en Cuba exista democracia pronto. Estamos viendo una legitimación de la dictadura, por ejemplo con la visita de Raúl Castro a Francia. Va más allá del símbolo, hablamos de un referente democrático del viejo continente, del emblema Libertad, Igualdad, Fraternidad. ¿Ese recibimiento pomposo a una dictadura, qué otra lectura puede tener?

Se legitima el status quo. No creo que esto desemboque en una democracia como la tenemos concebida: división de poderes, libertad para ejercer todos los derechos, pluralidad de partidos, economía de mercado.

Occidente tiene excelentes relaciones con China y Vietnam, donde se siguen violando los derechos humanos. Al mundo le interesa más la estabilidad que la democracia. Será una evolución muy lenta hacia no se sabe qué. Al Gobierno no le importan las fracturas de tipo social y económico que han provocado. Apuestan por la política de Luís XV: “Después de mí, el diluvio”.

Written by @diariodecuba

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

El curioso Golden Labrador Retriever al volante de un camión en Minnesota

¡Insólito! Un camión choca y descubren que era conducido por un perro

‘Nos están haciendo la vida leña’