in , ,

Estremecimiento

dama decimonónicaHacía años, muchos, que no recibía una carta. Una carta para mí, en sobre sellado, y cuño. Esta vez llegaron dos. Dos cartas de a golpe, de a sorpresa. Y me emocioné. Y me sentí entrañable.

1

“…desde la ciudad rectangular e inmunda, lanzo hacia ti mi corazón como una red. Pasado mañana parto. (…) Ahora la gloria se ha apagado. Me siento como un huérfano pobre sin su hermana mayor.”

2

“No sé por qué escribimos (…) Y a veces me pregunto por qué más tarde publicamos lo escrito. Es decir, lanzamos una botella al mar, harto y repleto
de basura y botellas con mensajes.
Nunca sabremos a quién ni adónde la llevarán las mareas.
Lo más probable es que sucumba en la tempestad y el abismo. Sin embargo, no es tan inútil esta mueca de náufrago.”

Dos cartas. Me pensé como aquellas damas decimonónicas y me sobrecogió la sola idea de que esta fuera una evidencia más de mis rarezas. Cartas. ¡Cartas en sobres! Ya casi nadie escribe así. Yo aun me creo a salvo, y de vez en cuando, de cuando en vez, dejo mensajes y cartas. Pero no las recibo. No solía recibirlas. Hasta ayer.

Las abro. Las leo. Las disfruto. ¡Las huelo! Y las resguardo de los ruidos y el polvo. Dicen de Borges. De Jorge Luis Borges. Y de Pacheco. De José Emilio Pacheco. Y vuelvo al éxtasis inicial.

Tengo dos cartas para mí. Egoístamente para mí sola. Insospechadamente, mi día cambia.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Siete cubanos ven accion este domingo en la LMB.

Asociación capacita en género a juristas cubanos… pero falta más