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¡DURO DESPERTAR! La rebaja de los precios

La rebaja de los precios
La rebaja de los precios

8f64colasssSi pegas diez azotes a tu esclavo cada mañana, cuando le anuncies que a partir del siguiente día solo lo azotarás ocho veces, te responderá “gracias, amo” y dormirá con una sonrisa de felicidad toda la noche.

Algo así es lo que disfruta una gran parte de la población cubana con la rebaja de los precios en algunos productos alimenticios de primera necesidad. Mucha gente ríe satisfecha, llena de euforia, abrigando la esperanza de que los artículos vitales continúen declinando sus costos y se aplique cada vez más esta medida a una mayor cantidad de ellos. ¡Hasta Pánfilo pensó comprarse un televisor nuevo! Algunos escépticos piensan que la oferta caducará pasado el Primero de Mayo…; otros atribuyen el “generoso” proceder a los acuerdos tomados en el Séptimo Congreso del Partido. No faltan tampoco quienes desconfíen de que, pasadas algunas semanas, los vuelvan a subir como metódicamente se acostumbra.

Sin embargo, muy pocos “proles” han razonado que el precio del arroz oscilaba siempre entre los veinte centavos por libra y de que la rebaja de un peso con relación a los cinco de su costo actual, es una mueca a la historia. En términos aritméticos, es fácil calcular que cinco pesos es veinticinco veces mayor a la de su precio tradicional y que, al dejarlo en cuatro pesos, no existe tal rebaja, sino se mantiene el aumento veinte veces por encima de lo normal en relación con los salarios habituales del pueblo de a pie.

De igual forma pueden entenderse las “gangas” del aceite, de los chícharos, y de ese ínfimo puñado de mercancías que la prensa, la radio y la televisión oficial repiten con bombo y platillos como un generoso regalo. Nada se dijo del “café de la Victoria” –recordando a Orwell–, mejunje diabólico que nos vemos obligados a ingerir mientras en las shopping aparecen el Café Cubitas y el Café Serrano a un costo imposible de solventar por el bolsillo obrero. Tampoco se habla de la carne, del pescado, de los mariscos vedados a la población. Solo el pollo, importado de la producción del “enemigo del que nada necesitamos”, seguramente adquirido a pocos centavos la libra, se le vende ahora a la ciudadanía a 2.60 CUC por unidad, que al llevarlo a la increíble conversión de la divisa en pesos naturales asciende a sesenta y cinco (65) pesos cubanos.

Pero muchos tontos sonríen complacidos. Sobre todo aquellos que reciben la fatiga y sangre de sus familiares en el exterior convertida en divisas, los que han conseguido salirse del carril de trabajo estatal y de una manera u otra, a veces involucrándose en un negocio turbio o estafando al prójimo en anaqueles propios, se conforman con el status quo.

El ejemplo más evidente radica en el pan. El precio de la flauta de pan común fue siempre de veinte centavos. El gobierno liberó su entrega: a tres pesos el pan suave y a cuatro el pan duro. Entiéndase que esa liberalización aumentó el precio quince y veinte veces de lo normal, respectivamente. La justificación ha radicado en que todas las mañanas cada ciudadano del país tiene derecho a una bolita de pan, pequeña y dura, por la libreta de racionamiento, a cinco centavos solamente. El que quiera más bolitas de pan debe pagarlo quince o veinte veces más caro. Esto dio lugar al surgimiento del vendedor ambulante por cuenta propia, que sale en bicicleta con cincuenta panes de a tres pesos y los expende a cinco: le gana dos pesos a cada flauta; si vende los cincuenta, gana cien pesos en solo un par de horas: cien pesos es el aproximado de entre ocho o diez jornadas de trabajo del obrero cubano. ¡Ese vendedor de pan, puede comprar pollo en la shopping! Y así con todo.

A veces me cohíbo de revelar estos desbalances sociales por temor a que el Estado se la coja con estos vendedores ambulantes, en vez de ofertar la flauta de pan a sus 20 centavos naturales.

El colapso vendrá cuando algún sesudo del Ministerio de Economía determine aumentar los salarios como ya hicieron con la salud y es urgente llevar a cabo en la educación para no quedarse sin maestros. Si se aumentan los salarios estatales en general, resolverán el problema a corto plazo, para luego caer en una inflación igual a la que ha llevado la quiebra económica a Venezuela.

El talón de Aquiles de la economía cubana radica en los millones de puestos de trabajos improductivos que representan el exceso de circulante no remunerable. Es contrario a la lógica financiera, incluyendo la marxista, que la plusvalía de una producción, multiplicada en la venta al detalle entre diez y cien veces con relación a su costo, sea retenida en la mano estatal en detrimento de la ciudadanía. La doble moneda enmascara la gran estafa, donde muchos aceptan que una botella de aceite vale $2.40, cuando en realidad cuesta sesenta pesos.

Estos beneficios cosméticos de limosna, para nada resolverán el desmantelamiento poblacional cubano. Los jóvenes continuarán marchándose, los inescrupulosos “merolicos” seguirán devorando a su prójimo, los dirigentes de acomodadas residencias y carros modernos persistirán en no soltar el jamón de sus manos y coadyuvarán al acoso y a la persecución de quienes levanten la voz para quejarse. Y la ley de la selva prevalecerá un tiempo indefinido hasta que todo el pueblo sea capaz de abrir los ojos y entienda que no hay razón para alegrarse cuando el amo reduce de diez a ocho los azotes de por la mañana.

Columna (El Buche del Alcatraz) de  Pedro Armando Junco  para Cubanos por el Mundo

Written by Pedro Armando Junco López

Pedro Armando Junco nace en la ciudad de Camagüey, Cuba, el 6 de noviembre de 1947. Hijo de un hacendado de clase acomodada, cursa la enseñanza elemental y media en el Colegio Episcopal de San Pablo en esta ciudad. Luego del 1959 pasa a ser Maestro Popular, pero continúa sus estudios de manera autodidacta.

8 Comments

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  1. Completamente de acuerdo y muy refrescante el escrito. Ahora vamos todos a marchar por el 1 de Mayo dia del trabajador. De paso les regalare a diez dolares las banderitas de Viva la revolucion y el partido

  2. Bueno el artículo pero economicamente contradictorio: bajar el precio de los productos sin una sostenibilidad productiva (respaldo) es exactamente igual a aumentar el salario o sea la consecuencia será la misma: inflación

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