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Derecho a mi bandera

LA HABANA, Cuba.- El pasado 2 de mayo arribó a La Habana el crucero Adonia con 704 pasajeros. A quienes pudimos ver en los medios de difusión el recibimiento que les hizo un grupo de personas, nos pareció una agradable acogida, donde además de dar vivas a la amistad algunos jóvenes llevaban la bandera cubana.

También leímos en el periódico Juventud Rebelde del martes 3 de mayo un extenso artículo de Juana Carrasco Martín que no hacía alusión a ningún hecho degradante durante tal acontecimiento (“Ya recorren La Habana 704 viajeros del crucero Adonia”). En los pocos días en que dicho crucero permaneció fondeado en La Habana, se hacía un paseo obligado de la familia ir a verlo, aunque fuera de lejos. Era todo un acontecimiento: ¡el primer crucero de Estados Unidos que arribaba a Cuba después de 50 años! Además se comentaba con agrado el recorrido de estos turistas por el casco histórico.

Hasta ahí, todo bien. Pero no pasaron muchos días para que algunos periodistas oficialistas le buscaran la “contrapelusa” al recibimiento dado por los habaneros al buque y sus pasajeros: se califican los hechos de “coreografía propia de un cabaret, más que de un espacio público: las muchachas portaban un brevísimo vestuario hecho con la bandera nacional” (“Moriré de cara al sol”, Granma, 11 de mayo, tomado de Juventud Rebelde). Y el 16 de mayo aparece en el periódico Trabajadores, en la sección “La columna del lunes”, un artículo titulado “Se veía venir, pero no debe seguir”, donde se hace alusión de nuevo al tema de la bandera y se censura a las jóvenes que la usaron como vestido.

Como quise saber la opinión de algunas personas al respecto, les pregunté a algunos estudiantes del tecnológico José Martí, en Lawton, y una de ellos me respondió que vestirse con la bandera “es cheo”. Sin embargo, otro manifestó tener un pulóver con la bandera americana, y le gusta mucho. “¿Y si tuviera la bandera cubana?”, le pregunté. “También me lo pondría”, dijo.

Una mujer de unos 30 años, que vestía una prenda con la bandera americana, me dijo: “Me lo trajo mi mamá”. Y al preguntarle si se tratara de la bandera cubana, afirmó: “¡Ay, sí! Me gustaría también”.

“Utilizar nuestra bandera en la ropa, llaveros, carteras, mochilas, no debe ser delito, pues es un símbolo de cubanía”, afirma José Rodríguez, un jubilado. Un muchacho me dijo: “Hace algún tiempo fui a la feria de la Catedral y me compré por 5 CUC un collar con la bandera cubana, pero la Policía me lo quitó”.

Sin embargo, al mismo tiempo que a los cubanos se nos prohíbe el uso de nuestra insignia patria, el gobierno castrista se atribuye el derecho de venderla en hoteles por CUC en prendas de vestir y bisutería.

Prohibir el uso de la bandera y del escudo al pueblo cubano con el pretexto de que es una falta de respeto nos hace perder el sentido de pertenencia y el de patriotismo. Mientras, el gobierno manipula y profana nuestros símbolos patrios a su antojo y conveniencia. Aún recuerdo cuando les dio por usar nuestra bandera para sustituir la “E” de Fidel en el nombre del anterior dictador, escrito en vallas y muros. En aquella ocasión no leí que ningún periodista oficialista se opusiera. Nadie se atrevió entonces a protestar por aquel ultraje.

Written by CubaNet

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