Partimos de viaje a Cuba, cámara, algunas películas y todas aquellas historias que le han contado a Daniel sobre la isla. Daniel, colombiano con base en Madrid, está en Cuba una semana como parte de un taller fotográfico organizado por su escuela TAI. Tiene solo una semana para intentar conocer un país, esquivando los tópicos que puedan distorsionar su percepción de la realidad, o una semana para dejarse llevar por estos y ser un turista más de paseo por La Habana y Varadero, siendo lo primero una tarea imposible y lo segundo un gran placer.
Ambas opciones son válidas, pues la experiencia de un nuevo contexto y el viaje a lo desconocido son las mayores esencias de este tipo de viajes, de los cuales pueden salir grandes trabajos fotográficos, o no. En el trabajo de Daniel no hay una intencionalidad previa, hay un alejamiento de toda imagen tipificada de Cuba y un vagar por imágenes intuitivas, que luego, en un muy buen trabajo de edición se anexan a otras para crear realidades que solo existen en la dimensión de la imagen.
La armonía de las imágenes, la relación y el diálogo entre ellas nos lleva a un sin número de combinaciones posibles en su interpretación. Es la visión reflexiva de sus impresiones del país, sustentada en la idea de László Moholy-Nagy en un ensayo titulado El espacio-tiempo y el fotógrafo:
“El poder del montaje, la rápida fluidez de la estructura de acciones, que parece presentar el incidente de forma lógica, crea la escena como realidad espacio-temporal coherente. Esto, no obstante, no ha existido nunca”.
Publicado en Revista el Estornudo
