A un año del restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana, el ritmo de la inédita aproximación entre esos dos enemigos durante más de medio siglo parece haber entrado en una fase complicada por las elecciones presidenciales en el norte y la tensa situación económica que vive Cuba, la peor de de la última década, según reseña Milenio
Para el mandatario Barack Obama, una victoria en los comicios de noviembre de la candidata demócrata Hillary Clinton representaría la continuidad del cambio de rumbo trazado por él, que dejó a un lado la práctica de confrontación directa con La Habana mantenida desde 1959 por casi todas las administraciones estadounidenses.
Sin embargo, analistas y diplomáticos dicen que “nada está lo suficientemente claro” en cuanto al resultado de los comicios, cuando el aspirante republicano Donald Trump sube en la intención de votos y ha reiterado que de ganar la Casa Blanca renegociará con La Habana “en términos más ventajosos” para los intereses de EU.
La incertidumbre en tal sentido impacta incluso en las relaciones que Cuba trata de profundizar a la mayor velocidad posible con otros socios extranjeros para intentar romper la histórica dependencia de su economía de un solo mercado. España, en siglos pasados; EU, después; la Unión Soviética en plena guerra fría; y Venezuela, en los últimos 20 años.
“Yo siento que en todo momento la decisión” de México y Cuba de profundizar sus relaciones económicas “está más allá de lo que ocurra políticamente” en las elecciones de EU, aunque “evidentemente con algunos de los candidatos hay menos confianza de que puedan marchar las cosas de una manera racional, sostenible, amistosa”, respondió a MILENIO el Embajador mexicano en La Habana, Enrique Martínez y Martínez.
Estadunidenses y cubanos cumplen el 20 de julio el primer año del restablecimiento de relaciones, pero más allá de que festejen, ni políticos ni analistas se ponen de acuerdo a la hora de hacer un balance.
El ex diplomático cubano Carlos Alzugaray considera que lo verdaderamente importante en estos 12 meses ha sido “el diálogo cada vez más intenso y constructivo” entre La Habana y Washington, y estima que la compleja situación económica que vive la isla ahora puede contribuir a acelerar la apertura hacia EU.
En tanto, otros expertos opinan que hay que “caminar con pies de plomo” porque “los atractivos” que ofrecería el mercado estadunidense “deben conducir de manera inexorable a una dependencia económica, que vendría acompañada de consecuencias políticas para la soberanía de la nación”.
El presidente Raúl Castro anunció el 8 de julio pasado que “una determinada contracción” en el suministro a Cuba de combustible venezolano con facilidades de pago, entre otras razones, ha complicado el panorama económico de la isla, disparando “los augurios de un inminente colapso”, al tiempo que puso en práctica una serie de restricciones financieras y de consumo de portadores energéticos.
En tal contexto, en este primer año los resultados prácticos del deshielo incluyen un incremento de las visitas de estadunidense (crecieron 83% en el primer semestre) pese a que aun no está autorizado el turismo libre, beneficiando las arcas del Estado con dinero fresco, pero también al incipiente sector privado (arrendatarios, transportistas y otros servicios), que Washington quiere ayudar a crecer y consolidarse.
El balance general de la ayuda familiar enviada a Cuba, sobre todo de EU, habría llegado en 2015 a seis mil 634 millones de dólares (sumando dinero líquido y bienes) a partir de las facilidades aprobadas por Washington, según The Havana Consulting Group. De estos eventuales ingresos, que favorecen al sector privado, el Estado solo se beneficia de manera indirecta (Milenio)