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#OPINIÓN – ‘Citius, altius, fortius’

Tres cubanos voluntarios, también contribuyeron en la organización, inauguracion y clausura de los JJOO de Río 2016|CPEM
El cubano Orlando Ortega en competencia.
El cubano Orlando Ortega en competencia. (RTVE)

Por Omar López Montenegro.  Cuando el río suena, es porque piedras trae. Y si el Rio es de Janeiro, lo que trae es una auténtica cantera. De deportistas cubanos que se vieron forzados a asumir otras nacionalidades para cumplir sueños y metas que le fueron negados en Cuba.

Lo que sucedió en la Olimpiada no es más que el reflejo de lo que acontece a diario en Cuba, Ecuador, Colombia, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Bahamas, Guyana, y hasta Alaska: la dispersión de la nacionalidad cubana no solo geográfica sino también espiritualmente, como el peor subproducto del castrismo.

Conste que esto no es nuevo ni mucho menos, sino que está haciendo catarsis ahora por los procesos políticos y sociales desatados por el raulismo. El aumento de la represión, el estrepitoso fracaso de los “Lineamientos”, el agotamiento de la venta de esperanza, el desencanto con el proceso de restablecimiento de relaciones Cuba-EEUU, y el temor a la eliminación de la Ley de Ajuste Cubano y el decreto “Pies secos, pies mojados”, han sido los catalizadores de este fenómeno.

Puesto que el deporte y la política están imbricados por diseño del régimen, los resultados deportivos de los cubanos en el extranjero tienen un impacto inmediato en la percepción del régimen por parte de la población, incluso en la percepción de su poder, de ahí la reacción agresiva de personeros del castrismo como Randy Alonso y Willy Toledo (cada uno en sus respectivos corrales), calificando de “excubanos” o “gusanos” a cubanos que simplemente usaron su talento para participar en el máximo evento deportivo mundial.

La dictadura no les perdona el éxito por esfuerzo propio, sin depender del paternalismo estatal ni la imposición de normas ideológicas. Al triunfar en el mismo escenario, compitiendo bajo otras banderas, en muchos casos derrotando a sus colegas de la Isla, los cubanos extramuros demostraban diariamente a sus coterráneos que en el mundo moderno el campo de juego es todo el planeta, y que el aparato estatal no solo es desechable, sino que es mejor prescindir de él que encerrarse en sus estrechos postulados. La aldea global derrotando a la aldea basal.

Meanwhile, back in the ranch, Nueva York para ser más exactos, se sigue vendiendo la narrativa “illuminati”, de la normalización raulista con el Gobierno de EEUU y el Vaticano. La presentación del Encargado de Negocios de la Embajada de EEUU en Cuba junto al excardenal Jaime Ortega en una conferencia para hablar de las conversaciones secretas entre las tres partes, cae más dentro del Código Da Vinci que Da Sica, y su antológico Milagro en Milán (o Roma).

En Río de Janeiro irrumpió el drama nacional cubano, con todas sus aristas, en la mayor competencia deportiva mundial. La emigración, el gorila de 600 libras en el salón de la realidad cubana que todos intentan ignorar, fue la tónica predominante. Esto no se resuelve con milagros misteriosos provenientes del extranjero, sino por medio del trabajo por parte de los cubanos, en todas partes.

Lo que está en juego es mucho más que un cambio de gobierno, es el destino de una nación, por encima de credos o ideologías. Bienvenido el que tire la primera piedra, “citius, altius, fortius” (“más rápido, más alto, más fuerte”), como dice el lema de las Olimpiadas. Lo importante es competir.

Publicado originalmente en Diario de Cuba

Written by María Fernanda Muñóz

Periodista venezolana. ¿La mejor arma? Humanidad. Pasión se escribe con P de periodismo

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