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La educación como punto crítico y fundamental en Cuba

Jóvenes cubanos ingresando a la Universidad de La Habana / Foto: Referencia
Jóvenes cubanos ingresando a la Universidad de La Habana / Foto: Referencia

El hecho de haber enviado a miles de adolescentes a alfabetizar fue la piedra angular de los cimientos para la mayor industria creada por el régimen cubano: la educación. Cincuenta años después el 80% de los ingresos de Cuba provienen del trabajo profesional de sus ciudadanos dispuestos en el mercado internacional.

Escuela primaria. Foto: Raquel Pérez Díaz.
Escuela primaria. Foto: Raquel Pérez Díaz.

Para el momento, en aquellos analfabetos se sembró una semilla que germinaría en sus hijos, actualmente muchos cubanos de 60 años son los primeros miembros de sus familias en haberse graduado en una universidad. Han sido 1.200.000 los que alcanzaron ese nivel de preparación en medio siglo.

Cuba comercializa servicios médicos y medicamentos creados por sus científicos a través de convenios con decenas de países. Sus entrenadores deportivos trabajan en otros países y laboratorios cubanos en África producen medicina animal, biofertilizantes y bioinsecticidas de interés para la región.

Las escuelas de arte pulieron el talento natural en que brilla en la música, el ballet, la pintura, la danza o el cine. La producción de esta industria ha sido inmensa para una isla de escasos recursos materiales y con apenas 12 millones de habitantes.

En vista a la crisis inminente que enfrenta Cuba, hay quienes están a favor de la venta de servicios profesionales y también está la posturas que la cuestionan pero nadie pone contradecir que hoy la economía nacional subsiste gracias al dinero recibido por esa capacidad intelectual creada a lo largo de toda la isla, de manos de los ahora sub-valorados maestros y maestras cubanos.

Conociendo esto a nuestro pesar, las ultimas 2 décadas, por distintos motivos, han ido debilitando sus cimientos y, si no se actúa pronto sabiendo cuáles son las prioridades del régimen, toda la estructura se vendrá abajo. El dato es muy claro: 12 mil docentes han dejado las aulas y se dedican a trabajos mejor remunerados, procurando sobrevivir, en busca de ingresos que les ayuden a llegar a fin de mes con al menos la alimentación y servicios cubiertos.

En los últimos 3 años se han graduado 14 mil maestros y actualmente hay 21 mil estudiando pero esta cifra se queda muy corta ante el volumen de docentes que dejan el trabajo. La ministra de educación confiesa que “la cifra de los que no nos siguen acompañando es mayor que los que egresan de los centros formadores”.

Las respuestas improvisadas que se vienen aplicando desde hace 25 años con maestros no graduados –emergentes, temporales o instantáneos- están bajando progresivamente el nivel de calidad de la industria y tarde o temprano repercutirá en una caída de los beneficios.

La formación de un profesional no comienza en la universidad sino en el círculo infantil, es decir, en las etapas iniciales de educación, desde ahí se desarrollan habilidades y se estimulan o no sus capacidades. Por lo cual una formación primaria y secundaria concretas son la verdadera base que permite a los jóvenes asimilar la enseñanza superior y ser, posteriormente un profesional de vanguardia y con alto nivel de rendimiento.

Si pensamos en términos estratégicos: el país gasta millones en la formación de maestros que luego de graduados abandonarán las aulas. Y nos preguntamos: ¿Cuánto costó la educación de esos 12 mil docentes que trabajan hoy en otras actividades que generalmente son la venta de alimentos, ventas varias u oficios estéticos? Tal vez sería más barato reconocer el valor de su labor y pagar salarios dignos y asegurar finalmente que sigan ejerciendo la pedagogía.

No es extraño saber que en Cuba es una labor casi imposible sobrevivir con un sueldo menos si no se reciben remesas desde el extranjero, desdicha que la gran mayoría vive. Pero, tampoco es extraño, ver que el hecho de que el salario sea insuficiente para cubrir las necesidades básicas de los cubanos genere en muchos sectores el robo generalizado y constante de productos para la reventa en el mercado negro y recibir un ingreso extra-salarial que equilibre momentáneamente el presupuesto familiar.

En las escuelas no hay nada que les sirva a los maestros para “resolver” y luego revender por lo que viven exclusivamente de los U$D 20 de salario mensual. De manera aislada, algunos hacen convenios con los padres de los estudiantes, como el caso de los que vendieron las pruebas de ingreso.

No obstante, la mayoría se inclina por dejar el magisterio estatal y trabajar en escuelas particulares dedicadas a “nivelar” los baches que dejan los educadores sin formación, ni motivación. Otros por su parte, abandonan por completo la docencia y trabajan en cualquier otra actividad que les de mayores ingresos.

Con información de Cartas desde Cuba

Written by Edu Ascanio

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