El presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solis, aseguró que la crisis migratoria que tiene lugar en Centroamérica y que se concentra la mayoría en su país, está generando un tensión entre los costarricenses debido a las diferencia culturales.
Según el mandatario, las comunidades en las que se encuentran los migrantes están “muy cansadas”, reseña la agencia Associated Press
“Los niveles de cansancio que tienen las comunidades (costarricenses) y las diferencias entre los dos flujos (migratorios) son tan grandes que hay una gran resistencia”
El presidente dijo que durante la primera oleada migratoria que el país experimentó, cuando entre octubre del 2015 y febrero del 2016 llegaron unos ocho mil cubanos al país, el impacto cultural no fue tanto porque los cubanos hablan español y comparten muchos aspectos culturales con los costarricenses.
En cambio los haitianos y africanos, que se encuentran en el país tienen otro color de piel, costumbres religiosas distintas y diferencias culturales de todo tipo, como por ejemplo el hecho de que muchos africanos no comen cerdo, señaló el mandatario.
De los ocho mil cubanos, Costa Rica logró a través de acuerdos que 6.500 fueran transportados a Estados Unidos.
Una de las prioridades de Solís durante su viaje a Nueva York para participar en dos cumbres de refugiados en Naciones Unidas y en el debate anual de la Asamblea General es pedir ayuda a la comunidad internacional para que asista a Costa Rica ante el flujo sin precedentes de extranjeros que llegan al país.
Solís dijo que la mayoría de haitianos provienen de Brasil, donde trabajaron en la construcción de los recintos olímpicos.
Unos 8.400 haitianos y africanos han llegado hasta ahora al país, dijo el presidente, de los cuales quedan unos 2.000 en cada frontera. Muchos de ellos, que se dirigen hacia el norte, se encuentran varados porque Nicaragua les ha cerrado el paso.
La situación pilló el año pasado a Costa Rica por sorpresa, explicó el presidente, que destacó que el país no tiene dinero presupuestado para lidiar con este desafío. Además, es muy caro deportar a los migrantes a sus países de origen, dijo Solís, añadiendo que sólo un billete de avión al Congo puede costar 2.000 dólares. Los que se encuentran ahora en Costa Rica van cruzando ilegalmente la frontera con Nicaragua gracias a la ayuda de “coyotes” o traficantes, indicó.
“Cuando llegaron los cubanos las tensiones fueron limitadas porque los cubanos y las cubanas, primero, se parecen mucho a los costarricenses, físicamente; segundo, hablaban español; tercero, las prácticas religiosas eran prácticamente iguales a las nuestras”
“Se adaptaron muy bien a los programas que hicimos. Por ejemplo, los cubanos enseñaban béisbol a los costarricenses; los costarricenses enseñaban fútbol a los cubanos, hubo muchas posibilidades de prácticas lúdicas”.
El presidente dijo que hasta se formaron parejas entre cubanos y costarricenses y que los cubanos pintaron un mural de agradecimiento en una población costarricense con las pinturas que les entregó la municipalidad.
Solís dijo que las diferencias culturales con los haitianos y africanos son más marcadas y usó el ejemplo del estupor que causó en una población el hecho de que una haitiana que dio a luz a un bebé lo amamantara sin taparse.
“La tensión se puede manejar pero luego hay otra que es muy humana y que es difícil. Contra eso no hay vacunas, es sólo la vacuna de la comprensión, de la sensibilidad, y claro, no siempre es fácil”
La llegada de cubanos supuso un costo a Costa Rica de aproximadamente unos cuatros millones de dólares, mientras que se desconoce la cantidad que de momento han supuesto los nuevos migrantes, dijo Solís.
El mandatario espera que la comunidad internacional le ayude financieramente para así poder administrar los centros para refugiados que tiene el país y luego, a largo plazo, espera contar con “una propuesta internacional que involucre a todos los países que viven el flujo para tener la misma política restrictiva”.
Con información de AP
