Los Castro se han sumergido en una intensa labor propagandística y diplomática, con miras a exponer en el mes de octubre su habitual proyecto de resolución en la Asamblea General de la ONU para rechazar el embargo comercial norteamericano a Cuba.
En esta oportunidad La Habana ha ampliado su aspiraciones. Pretende recibir apoyo para lograr que EEUU sea el sustituto de Venezuela como mecenas del castrismo. Al estar totalmente consciente de que Pekín y Moscú no van a obsequiar a Cuba 10.000 millones de dólares anualmente y que por barreras de idioma es imposible ubicar 40.000 médicos cubanos en China o en Rusia para, como también se sabe, confiscarles después el salario.
Al iniciar esta agresiva campaña el canciller Bruno Rodríguez declaró en La Habana a los medios: “El bloqueo es la causa principal de los problemas de nuestra economía, es el obstáculo principal para nuestro desarrollo”. Afirmó que entre abril de 2015 y marzo de 2016 el país perdió 4.960 millones de dólares a causa del “bloqueo”, lo cual llevó a 125.873 millones el monto de las afectaciones provocadas por EEUU desde 1962.
Y que haya hecho ese énfasis deja claramente expuestos las pretensiones del régimen. Ante la terrible crisis en Venezuela, sin dudarlo el régimen busca, más que el cese del “bloqueo” mismo, que Washington pague una indemnización que sería la luz al final de su túnel, es más, sería un subsidio a largo plazo para mantener a flote la economía y perpetuar la dictadura que la familia Castro abraza insaciablemente.
La causa del desastre económico en Cuba no es externa, sino interna: la comprobada incapacidad del socialismo para generar riquezas. Cuba vive de un parasitismo incurable que le viene en la estructura del sistema diseñado por Karl Marx y empeorado (increíblemente) por Fidel Castro. Esa condición parasitaria le impide autosustentarse y vive de la caridad pública, que llaman formalmente aliados y amigos.
Con infromación de Diario de Cuba
