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Nobel de la Paz: el color del cristal con que se mire

Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño sellan el acuerdo con la observación de Raúl Castro.
Juan Manuel Santos / Foto: Cortesía
Juan Manuel Santos / Foto: Cortesía

Hay división de opiniones en cuando a la concesión del Premio Nobel de la Paz, que se le otorgó este año al mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, tal como como sucedió cuando se lo concedieron al Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.

Dice Oslo que “es un homenaje al pueblo colombiano”, pero el pueblo colombiano votó por el No.

El comité razonó, con diversos análisis, los esfuerzos que se han hecho para llevar la paz a Colombia y justificó que el galardón solo haya recaído en Santos por su “duro trabajo” y porque “fue el primero en dar el paso en esta iniciativa”.

Así se evitó pronunciarse sobre si también podría haberse dado el premio a un grupo armado, y a Raúl Castro.

“Nunca haré comentarios sobre los que no reciben el premio”, señaló la vocera y la directora del Comité Nobel Noruego, Kaci Kullmann Five.

Ella advirtió que hay un grave peligro de que el proceso de paz se detenga por el resultado del referéndum, y señaló que ello solo reitera la importancia de que ambas partes, dirigidas por el presidente Santos y por el líder de las FARC, Rodrigo Londoño (alias Timochenko), sigan respetando el alto el fuego.

El comité subrayó que el nobel a Santos es, además, “un gesto de ánimo hacia todos aquellos que luchan por la paz en Colombia, y espera que este galardón le dé la fuerza suficiente para lograr “este exigente objetivo”.

Por último, el Comité del Nobel desea que, en los años venideros, “el pueblo colombiano pueda recoger los frutos sembrados por la paz en vigor, así como el proceso de reconciliación, porque solo entonces el país podrá enfrentarse con eficacia a desafíos enormes como la pobreza, la injusticia social y delitos de narcotráfico”.

La importancia del No

Pero el cristal de Noruega no refleja el cierto peligro que hubiera representado si hubiera ganado el Sí en el referendo.

El ex jefe de Estado Álvaro Uribe volvió a apuntar contra el acuerdo de paz que promovió el Gobierno con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y aseguró que con el rechazo al plebiscito la nación “se salvó”.

Reiteró Uribe, cabeza visible y principal promotor del No, en el diálogo: “Nosotros no estamos en contra de la paz. Estamos en contra de esos acuerdos que no son la paz y del riesgo de convertir a Colombia en una segunda Venezuela”.

Santos, luego de la derrota, convocó a todas las fuerzas políticas a una reunión. El Centro Democrático liderado por Uribe no asistió. Pero sí lo hizo Uribe después, leyendo un corto comunicado, donde enfatizó los cambios que deben hacerse a todo el proceso.

Con respecto a esa reunión, Uribe manifestó que le había expresado a Santos las vitales alteraciones que deberían hacerse, ya que no se quieren cambios cosméticos, que no profundicen y no vayan a las raíces del problema, ya que “aprobar eso es muy grave para Colombia”.

El expresidente aseveró que el país “se salvó, porque de haber ganado el Sí” estábamos cerca de entregarnos al terrorismo; no podemos permitir que se apodere del país la agenda chavista (que automáticamente quedaba dentro de los puntos del acuerdo en la Constitución)”.

Este acuerdo significaba una elegibilidad para cargos públicos e impunidad total para los guerrilleros, que podían entrar —por la vía democrática de los votos— a apoderarse de Colombia, como sucedió con Hugo Chávez en Venezuela

Consideró Uribe: “No se puede permitir que “personas que han sido autores de los crímenes más atroces en Colombia lleguen al poder en esa forma” al explayarse sobre el acuerdo de paz que firmó el gobierno colombiano con las FARC en Cartagena, pero que luego fue rechazado en el plebiscito.

Además, Uribe remarcó que la aprobación del pacto con la guerrilla hubiera significado “un riesgo inmenso para el sector privado”. Este sector hubiera sido conducido “a una economía como la venezolana, y con esas restricciones uno no hace política social”, reiteró.

A Uribe le faltó mencionar el ejemplo de Brasil.

Dilma Rousseff

La expresidenta fue apodada la “Juana de Arco de la guerrilla” por su importancia dentro de la organización. Según el diario Folha de Sao Paulo, Rousseff fue enviada a un campo de entrenamiento militar en Uruguay bajo las órdenes de la guerrilla oriental MLN-Tupamaros, algo que nunca fue desmentido.

El 26 de octubre de 2014, Dilma fue reelegida presidenta de Brasil por un estrecho margen en la elección más disputada de la historia democrática de Brasil. Se impuso gracias a una ventaja mínima de algo más de tres millones de votos sobre el opositor Aécio Neves, del PSDB.

La derrota de Neves en su estado natal, Minas Gerais, fue una de las claves para la reelección de Rousseff.

Los estados del nordeste, que concentran a más pobres que reciben gran parte de las ayudas sociales del gobierno, votaron masivamente por la líder del Partido de los Trabajadores (PT).

El jueves 12 de mayo de 2016 Dilma Rousseff fue destituida de su cargo afirmando que su salida del poder era un golpe de Estado orquestado, entre otros, por el que fue su vicepresidente.

La acusación central contra Rousseff en el Congreso es que violó normas fiscales, maquillando el déficit presupuestal. Fue sustituida por Michel Temer, de 75 años, nombrado presidente interino de Brasil durante seis meses.

Como se puede ver, todo es el color con que se mire, especialmente en política, si se trata de salvar a un país de caer en las manos de la izquierda.

Es esencialmente lo que ha hecho Colombia, que ha visto la miseria de Venezuela en forma directa, con las muchedumbres que cruzan la frontera en procura de alimentos y medicinas.

Los ejemplos de La Habana y Caracas saltan a la vista y demuestran que los dirigentes izquierdistas, cuando llegan al poder, no lo quieren soltar “más nunca”.

Por Angélica Mora / Publicado originalmente en Cubanet 

Written by CubaNet

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