La ya moribunda y tambaleante economía cubana se ve amenazada ahora por la crisis de transporte que azota a la Isla tras las acciones del régimen contra el sector privado que significada un alivio al escaso parque automotor del Estado.
Como la mayoría de las regulaciones impuestas por la dictadura, más son las consecuencias que los beneficios.
Hoy los cubanos se ven imposibilitados de trasladarse a sus puestos de trabajo, tanto en el sector público como el privado, lo que está generando grandes perdidas y reconsideración para contratar mano de obra calificada.
Los boteros, decidieron suspender sus actividades ante el acoso que emprendió el Estado a través de los inspectores.
Otras de las medidas aplicadas es la arremetida contra los almendrones, que bien es cierto son utilizados para el contrabando de combustible, también significan un gran alivio para el transporte del cubano de a pie.
Ahora los chóferes decidieron migrar al sector turístico, donde les generan mejores ingresos y menos controles, dejando a ciudadano desprotegido y a merced del deficiente sistema de transporte público.
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Un reportaje del portal CubaNet, revela que el contrabando de combustible ha disminuido tras la aplicación de esta medida, pero ahora el país tiene en puerta un colapso parecido al de los años 90.
Conclusiones: no hay taxis para el ciudadano común que vive de un salario. Se le ha dejado con muy pocas alternativas a pesar de cargar sobre los hombros la responsabilidad en el fracaso o el éxito de la empresa estatal socialista.
El alcance de estos controles se extienden incluso a los trabajadores de las empresas CIMEX y CUPET, quienes decidieron abandonar sus puestos de trabajo al no obtener beneficios extras que les deja el contrabando de combustibles.
Estas medidas aplicadas al transporte y al expendio de combustible se extendieron como polvora, alcanzando incluso sectores que el régimen jamás pensó verse comprometidos.
Ahora la crisis toca su propia puerta. Empresas del Estado se ven incapaces de mantenerse productivas mientras que el apretado sector privado intenta sobrevivir dentro de un sistema plagado de controles.
La crisis del transporte es solo una pequeñísima muestra de esa montaña de contradicciones sobre la que se alzan los asuntos cubanos cuando, por una parte, se desea llegar a tiempo al escenario mundial, es decir, una actualización del modelo, y, por la otra, no se cuenta con una visión objetiva y una voluntad general consensuada para hacerlo.
Redacción Cubanos por el Mundo / Con información de CubaNet
