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El entierro de la libertad de prensa en Cuba

Prensa cubana| FOTOGRAMA
Prensa cubana| FOTOGRAMA

El 12 de mayo de 1960, hace hoy 57 años, se produjo el entierro simbólico del Diario de La Marina en La Habana y el cierre de todos los periódicos independientes.

El “decano de la prensa cubana” se publicó por primera vez el 1 de abril de 1844 y hasta su clausura ejerció una notable influencia sobre la vida nacional pues estuvo circulando diariamente durante 117 años.

Su importancia cultural alcanzó resonancias continentales desde la década de los años veinte del pasado siglo cuando el destacado intelectual José Antonio Fernández de Castro comenzó a dirigir su suplemento literario.

Algunos alabarderos del régimen cubano actual le imputan haber asumido la defensa de la dictadura de Fulgencio Batista luego del golpe de estado de 1952, pero esa actitud reaccionaria en escasos seis años no empañan su valía durante la república democrática, cuando sus páginas se nutrieron con lo mejor de la intelectualidad cubana y continental. En ellas publicaron intelectuales revolucionarios como Enrique de la Osa, Raúl Roa y Manuel Navarro Luna y figuras prominentes de nuestras letras y cultura como José Lezama Lima, Alejo Carpentier, Gastón Baquero, Luís Felipe Rodríguez, Ramiro Guerra y Nicolás Guillén, quien comenzó a colaborar en la página “Ideales de una Raza” desde 1929, espacio donde en 1930 publicó su poemario Motivos de son, que tanta resonancia continental obtuvo.

Figuras relevantes del panorama literario continental como Jorge Luís Borges y el pensador comunista peruano José Carlos Mariátegui también colaboraron con el periódico, lo que dice mucho de su aporte a la cultura nacional y tolerancia. ¿Cómo se puede catalogar de reaccionario a un periódico que dio cabida en sus páginas a revolucionarios y comunistas? Esa actitud difiere mucho de la adoptada por la prensa actual, que sólo abre sus páginas a los dóciles asalariados del pensamiento oficial.

La prensa en Cuba de 1960 hasta hoy

El 15 de julio de 1963, tres años después de que se prohibiera la circulación de los periódicos independientes, surgió la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). La organización gremial tuvo entre sus objetivos defender a los periodistas en el ejercicio legal y ético de su profesión, así como su derecho de acceso a las fuentes y contribuir a formar en ellos un pensamiento patriótico y democrático. Cincuenta y cuatro años después tales objetivos continúan sin cumplirse.

En ese lapso se eliminó de cuajo una pujante industria tipográfica que no se circunscribía a la capital del país, pues ciudades como Cienfuegos y Guantánamo, por sólo citar dos ejemplos, llegaron a contar con varios periódicos, algunos de ellos con dobles tiradas diarias. Cienfuegos llegó a tener once periódicos en determinados momentos, lo cual dice mucho de la pluralidad y posibilidades intelectuales existentes entonces en esa ciudad.

Las diferencias con el presente son notorias. De hecho cada una de las seis provincias originales quedó con un solo periódico y los de los municipios fueron eliminados. Actualmente sólo tienen alcance nacional y circulan diariamente el Granma y el Juventud Rebelde y los periódicos de las provincias, que ahora son 15 ―incluida la capital― han sido convertidos en semanarios.

Hechos importantes de la historia cubana contemporánea han sido silenciados o manipulados por la prensa “objetiva y revolucionaria” en pos de intereses ideológicos, pues no prima el deber de informar veraz y rápidamente sino que se imponen las directivas del departamento ideológico del Partido tendentes a publicar lo que ―según él― resulta políticamente correcto.

Ningún periodista del partido dictatorial se atreve a hacer una investigación acerca del modo de vida que tienen los principales dirigentes del país y sus hijos, ni de dónde salen los autos, casas y el dinero usado en sus viajes al extranjero, ni sobre los cada vez más abundantes hechos de corrupción en las más altas instancias del país, en las provincias y municipios, ni sobre otros sucesos significativos, lo que demuestra el anquilosamiento de la prensa oficialista, convertida en un apéndice de ese partido. Si alguien tiene duda de lo que afirmo lo invito a que lea los acuerdos de cada congreso de la UPEC, así como el texto de Julio García Luís “Revolución, Socialismo, Periodismo, la prensa y los periodistas cubanos ante el siglo XXI”.

Quienes ejercemos el periodismo independiente nos vemos sometidos a abusos que van desde el robo de bienes de trabajo y personales hasta amenazas, violaciones de elementales derechos ciudadanos y detenciones ilegales. Carecemos de los derechos de “los revolucionarios”, sólo por pensar diferente a ellos y vivimos en un constante estado de indefensión. ¿Qué amparo tiene esta práctica en el pensamiento de José Martí? ¿Cuándo los comunistas se van a llenar de vergüenza y comenzarán a cumplir la Constitución y esa frase del concepto de revolución que sentencia que esta es igualdad y justicia plenas?

La situación es tan grave que recientemente la prestigiosa organización Reporteros sin Fronteras dio a conocer su informe anual sobre la libertad de prensa en el mundo en el que ubicó a Cuba entre los ocho peores violadores de ese derecho y el peor del hemisferio occidental al situarla en el lugar 173 entre 180 países, sólo superada por Sudán (174), Vietnam (175), China (176), Siria,(177), Turkmenistán (178), Eritrea (179) y Corea del Norte (180). ¡Vaya ilustre compañía!

Nunca antes un país latinoamericano alcanzó semejante lugar. Esa es una de las consecuencias de la prohibición de la prensa independiente cubana.

Publicado originalmente en Cubanet por Roberto Jesús Quiñones Haces

Written by CubaNet

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