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Fidel Castro al descubierto

Si las conversaciones con Lisa Howard demoraron tantos años en conocerse, es porque no convenía

Fidel Castro | Wikimedia Commons
Fidel Castro | Wikimedia Commons

Por estos días algo insólito sigue ocurriendo en la isla de los Castro. Por varios canales de la televisión se ha estado transmitiendo la entrevista que hizo la periodista Lisa Howard a Fidel Castro en febrero de 1964. Los cubanos, asombrados, han contemplado en la pantalla un Fidel Castro distinto, que apenas se reconoce.

Ante la bella Lisa Howard, Fidel hablaba en un tono tan amoroso, con una expresión tan cándida en el rostro, tan ingenua y pura, que los comentarios en la población no paran de propagarse.

El líder comunista, con sus kilométricos discursos iracundos, agresivos, furiosos, hasta groseros por momentos, se había convertido, por obra y gracia de una linda norteamericana rubia y de ojos azules —su talón de Aquiles de siempre—, en un acaramelado galán de los años sesenta de Hollywood, con miradas lánguidas, conquistadoras, y en algunos casos difíciles de descifrar.

¿Cuál de esas dos personalidades sería la verdadera? ¿La que se deshacía como pétalos de una rosa ante Lisa Howard, o ese otro que, como Hitler, logró tener en un puño a sus masas por medio del terror?

Corría 1964, llamado precisamente “Año de la Economía”, convulso como todos los que corresponden a la dictadura de los Castro: se crea, por orden suya —homofóbico que era, hasta los tuétanos— la célebre UMAP, Unidades militares de Ayuda a la Producción, donde fueron enviados a la fuerza miles de hombres homosexuales, religiosos y desafectos políticos.

El 12 de febrero, ante Lisa Howard, transformado Fidel, como dije, se muestra dispuesto a tener pactos secretos de reconciliación con Estados Unidos y responde gustoso al plan de la periodista de mediar entre él y Kennedy para lograrlo: uno de los secretos mejor guardados de la Revolución, hecho público por estos días, después de 54 años.

Uno de los momentos que más llama la atención de la entrevista es cuando la periodista le pregunta qué le gustaría que hicieran los Estados Unidos con Cuba.

“Vivir en paz con Cuba. Todos necesitamos paz. Nuestra política es una política de paz”, respondió Fidel.

Y mientras respondía así, enviaba aviones clandestinos repletos de armamentos a Venezuela y otros países latinoamericanos, en contra de las disposiciones de la ONU, destinados a pelear contra “el imperialismo”, a pesar de que los partidos comunistas de esa región se oponían a la lucha armada.

El Departamento de Estado de EE.UU., se negó a entrar en el juego sucio de Fidel y el 7 de julio rechaza su oferta de reconciliación, mientras que la OEA hace efectiva su decisión de aislar diplomáticamente a Cuba, por el peligro que representaba para América Latina.

¿Conocía el pueblo cubano las pretensiones de Fidel, en combinación con la periodista estadounidense?

Estoy segura que no.

Si las conversaciones que sostuvo Fidel con Lisa Howard demoraron tantos años en darse a la publicidad, es que no era conveniente que se conocieran. Estando en vida, permanecían inéditas, como se ha aclarado en las transmisiones.

Fidel se cuidó mucho de que aquellas respuestas suyas no demostraran una política hipócrita, de mal fondo, inmoral; una política heredada por la población, hoy llamada indisciplinada y carente de valores.

Por supuesto que ni a Fidel, y mucho menos a su hermano Raúl, les interesaba esforzarse por hacer una política de paz. Las ansias de poder y privilegios de estos dos militares, con el mayor y más costoso ejército de América Latina, mientras un pueblo hacía y hace colas para adquirir limosnas, está más que demostrado.

Por Tania Díaz Castro / Publicado originalmente en Cubanet 

Written by CubaNet

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