De la Base Naval de Guantánamo al otro lado del mundo. El grupo de 17 balseros que permanecieron hasta el final en el faro recibieron un llamado por parte de Australia, bajo condición de refugiados, según declararon los propios emigrantes y sus familiares.
“Están muy contentos. Finalmente podrán alcanzar el sueño de libertad por el cual salieron de Cuba”, declaró desde Puerto Padre por teléfono un hermano de los retenidos en Guantánamo.
“El próximo mes viajan a Australia, ya están terminando los papeles, la espera valió la pena”.
El nuevo Herald publicó la información y recordó que hace un año, 24 balseros se refugiaron en el faro American Shoal Light, cerca de los Cayos de la Florida, para evitar ser capturados por el Servicio Guardacostas y devueltos a Cuba. Pero tras entregarse, el Movimiento Democracia, dirigido por Ramón Saúl Sánchez, encabezó la defensa de los migrantes, sosteniendo una batalla legal por su permanencia en territorio norteamericano.
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Los balseros y su defensa debían probar a las autoridades que el faro, era territorio norteamericano. Una estructura de color rojo construida en el siglo XIX, de unos 30 pies de altura y unas 7 millas náuticas al sur de Sugarloaf Key.
De lograr tal afirmación la política de pies secos/ pies mojados que les facilitaría refugio inmediato para todo cubano que pisara Estados Unidos, eso les daría un estatus legal, pero de lo contrario serían deportados a la Isla.
Darrin Gayles, juez federal, dictaminó que los cubanos eran “pies mojados”, por lo que deberían ser regresados a Cuba, pero una serie de prácticas del Servicio Guardacostas denunciadas por los balseros en un mensaje dentro de una botella a la deriva, y la presión ejercida por la comunidad cubanoamericana, cambiaron el rumbo de los cubanos y sus oportunidades para escapar de la dictadura de los Castro.
El Servicio Guardacostas aceptó una nueva revisión del caso y consideraron que 20 de los 24 balseros tenían temor fundado de persecución si eran devueltos, entonces los trasladaron hasta la Base Naval de Guantánamo, una práctica que este equipo implementa desde1994 con los cubanos que son interceptados en el mar en balsas.
“Fue una victoria para el equipo de abogados que realizaron esta labor de manera gratuita, el hecho de que no los deportaran a Cuba” indicó Ramón Raúl Sánchez, un exiliado de larga data en la ayuda a sus compatriotas emigrados.
En enero pasado uno de los balseros dijo desde la Base Naval, “queremos trabajar, somos refugiados, no prisioneros”
Redacción CPEM / Con información de el Nuevo Herald
