¿Cómo es la Cuba post Irma? es una pregunta que quizás muchos de los que están fuera de la Isla se la hacen en este momento y la realidad es que tal panorama es casi igual al que se vivía antes de la llegada del fenómeno, sólo que ahora todo se profundizó.
La comida, que debería ser donada por el régimen a los afectados, es vendida en kioscos improvisados, cuyas fotografías son exhibidas en el Granma como una especie de logro, dice un artículo del diario digital CubaNet.
Ahorita, un cubano que apenas lograba sobrevivir con su salario, hoy ve seriamente amenazada su existencia frente a las condiciones en que le está tocando seguir viviendo.
No hay alimentos, ni medicinas y viviendas, todo esto ya hacía falta antes de Irma, pero lo poco que se conseguía quedó arruinado.
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La Cuba post Irma, es una Cuba que refleja la suma de otros fenómenos naturales que no tuvieron solución.
El agua permanece en las calles y en las viviendas. El calor, la humedad, los escombros y la basura tejen la red perfecta para que broten las epidemias. No hay medicinas en las pocas farmacias abiertas luego del temporal.
Los medios de comunicación estatales usan un lenguaje optimista ante el caos.
Raúl Castro permanece seguro en su residencia mientras los cubanos nada en la miseria y la necesidad. El dictador general no recorre las calles afectadas, y sólo se limita a enviar un mensaje “combativo”, como si eso mitigara el hambre.
“Calificado por los expertos como el mayor huracán formado en el Atlántico, este fenómeno meteorológico causó severos daños al país, los cuales, justamente por su envergadura, aún no se han podido cuantificar. Una mirada preliminar evidencia afectaciones en la vivienda, el sistema electroenergético y la agricultura”.
El artículo de Cubanet finaliza con la siguiente reflexión.
La actitud de Raúl Castro y su equipo de esbirros es la única que se puede esperar, proveniente de esa dictadura. Lo extraordinario hubiera sido lo contrario. Al régimen cubano no le importa en absoluto el sufrimiento y la miseria ahondada por Irma. Lo único que le interesa es que el turismo no se mude hacia otro destino. Hay que esconder la realidad en la que queda una isla cuyos gobernantes no invierten en su pueblo y al contrario el régimen atesora para sí mismo todo lo que le roba a Venezuela y lo que le exprime a los turistas, con el fin de mantenerse viviendo como rey, montado en una tarima del pasado muy de moda entre los que admiran el romanticismo revolucionario y que ha mantenido al pueblo preso… y a los seguidores del castrismo que lo aplauden, por supuesto, mientras a ellos no les toque sufrirlo.
Redacción Cubanos por el Mundo / Con información de CubaNet
