Hace un mes, el Estado de la Florida, reinstauró la pena de muerte y la inauguró con la ejecución de Michael Lambrix, de 57 años, homicida de Clarence Moore y Aleisha Bryan, en 1983.
Este hombre asesinó a estas chicas frente a su casa, cerca de la localidad de LaBelle, al noreste de Fort Myers, tras una noche de embriagues. Desde entonces quedó arrestado y condenado a morir.
Pena que se cumplió este jueves 5 de octubre, a las 6:22 de la tarde. Lo adormecieron con un calmante y luego le colocaron la inyección letal, que lo dejó sin vida en segundos.
Lambrix, durante su proceso judicial alegó que mató a Moore en defensa propia, pues esta habría matado a Bryan frente a él.
Por su parte, Frances Smith, compañera de vivienda del condenado, declaró que ambos conocieron a las víctimas en un bar, luego se fueron hasta la casa para comer algo y continuar la fiesta.
En ese tiempo Lambrix le pidió a Moore salir afuera. “Regresó unos 20 minutos después y le pidió a Bryant que lo acompañara. Más tarde entró pero todo emparamado de sangre”, recordó Smith.
Tras las investigaciones del crimen la fiscalía determinó que Lambrix ultimó a Moore con una barra de hierro y estranguló a Bryant por celos.
Días antes de su ejecución Lambrix, inició una huelga de hambre que duró 12 días, como protesta por la decisión del alto mando judicial de inyectarle el medicamento letal.
Ante esta decisión, el reo aseguró el pasado martes, durante una entrevista por The Tampa Bay Times que “esto no será una ejecución, sino un asesinato a sangre fría”.
Trascendió que desde 1976 se han ejecutado en Florida a 94 presos, según las autoridades carcelarias. La penúltima ejecución fue realizada el pasado 24 de agosto, cuando el condenado, acusado de asesinato doble, Mark Asay, de 53 años, de la raza blanca fue sometido a una dosis de inyección letal.
Actualmente, 357 personas, cuatro de ellas mujeres, esperan en el corredor de la muerte su ejecución mediante la inyección letal.
Redacción Cubanos Por el Mundo
