Hay un hecho reciente que termina por desmontar el mito de la izquierda en América. la derrota en las recientes elecciones argentinas de Cristina Fernández de Kirchner. El macrismo se impuso sobre el kichnerismo en la elección de senadores el fin de semana pasado. Eso tiene una lectura: podría ser este el retrato de la situación “delicada por la que atraviesa la izquierda en Latinoamérica, de acuerdo a lo publicado por el Diario de Cuba.
A este elemento se le suma más: la “resistencia a la que se enfrenta Evo Morales para buscar una posible reelección en Bolivia, las pugnas internas en el oficialismo en Ecuador, o la deriva autoritaria en que está atrapada Venezuela, corroboran la desaceleración que han experimentado los gobiernos de izquierda de América Latina en los últimos años”.
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Cuba sigue siendo el “farol de la izquierda” en esta parte del continente. En algunas declaraciones del fallecido dictador Fidel Castro, aseguraba que “se sentía muy feliz del viraje a la izquierda, con (el ya fallecido) Hugo Chávez en Venezuela, (Luiz Inacio) Lula da Silva en Brasil y Daniel Ortega en Nicaragua”, según AFP.
Pero esta tendencia desfallece, contrasta. Principalmente “con el saldo global de los 15 años de predominio de dichos gobiernos: disminución de la pobreza, implementación de vastos programas sociales, desarrollo de infraestructuras, redistribución de la renta, inclusión en la esfera política de sectores tradicionalmente marginados”.
Pero esta manera de hacer política ya está muriendo.
Desgaste político
La historia da cuenta de que los gobiernos de izquierda han durado como mínimo diez años. Tal es el caso de Argentina, Brasil, Venezuela, Bolivia o Ecuador. Sin embargo, para la isla eso no es una realidad, pues desde 1959 el régimen castrista gobierna la isla, de la mano con uno de los principales exponentes del socialismo: Ernesto “Che” Guevara.
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Reseña el trabajo de Diario de Cuba que:
“En este proceso de erosión confluyen elementos de diversa índole como, por ejemplo, la lucha feroz contra la oposición, inherente a la fuerte polarización que ha caracterizado el escenario político regional en lo que va de siglo. O bien, con frecuencia, la utilización con dudosa eficacia de ingentes gastos públicos. En este sentido no menos relevante ha sido la incapacidad notoria de estos gobiernos para poner freno a la corrupción endémica que asola la región. El nepotismo y el clientelismo no han dejado de lastrar las instituciones del Estado”.
El estancamiento económico es otro de los factores del declive. La caída en picada del precio de los commodities ha dado lugar a una realidad morosa. Por un lado, la producción de riquezas ha tocado techo, dando comienzo a un ciclo de estancamiento, si no de recesión. Esto se traduce en una fuga de capitales y en la merma de las inversiones extranjeras.
“Por otro lado, el agotamiento de las arcas del Estado implica un parón en el gasto social. Esto, ligado a la ralentización de la actividad productiva, vuelve a dejar con una cobertura mínima a los sectores más frágiles de la población que habían sido ampliamente beneficiados hasta hace poco por el despliegue de redes de protección social. Los índices de pobreza, por lo tanto, han empezado nuevamente a subir”
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Y, por último, la deriva autoritaria los hunde mucho más profundo. Ha influido en la pérdida de popularidad.
“Esta conjunción de factores (corrupción, fragilidad institucional, derivas autoritarias, sujeción a los ciclos de las materias primas) daría cuenta de los escollos que han frenado el impulso de la izquierda latinoamericana en el poder”
Redacción Cubanos por el Mundo / Con información de Diario de Cuba.