La realidad de un preuniversitario en el campo

Jul 14, 2015
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Entrada a la escuela (foto del autor)

LA HABANA, Cuba. -La Educación en Cuba en los pre-universitarios en el campo tenía como fin la formación de bachilleres con una enseñanza sustentada en el principio supuestamente revolucionario y martiano del estudio-trabajo. Sin embargo, en mi parecer, fue una manera más de separar a las familias cubanas y mantener alejados a los jóvenes en edades rebeldes de las ciudades y eventos peligrosos al poder como el “maleconazo” del 1994. A pesar de que económicamente no reportaban ganancias al país, por más de 35 años la única opción para los jóvenes cubanos que querían estudiar, era separarse de sus familias e ingresar en estos apartados centros donde se dividían los días en dos sesiones: una de estudio, y otra de trabajos agrícolas forzados a menores de edad.

Desde el total cierre en 2009 de estos centros en el campo por falta de recursos para mantenerlos, las instalaciones se han deteriorado considerablemente. Los robos y los saqueos de todo tipo están a la orden del día. Desde ventanas, mesas y sillas hasta los bombillos han desaparecido de los pre-universitarios en el campo. La PNR (Policía Nacional revolucionaria) es la encargada de mantener el orden y de no permitir saqueos en estas abandonadas escuelas pero, en la práctica, es casi imposible evitar que sucedan.

El pre-universitario “Gaspar Jorge García Galló” situado en el municipio de Quivicán ha sufrido como la gran mayoría de estas escuelas el deterioro, el abandono y los robos masivos.

Idania Ramos Encargada de cuidar el lugar nos comentó. “Desde que la Policía se ocupa de la seguridad del lugar los robos han disminuido pero no han desaparecido. Nos pagan un salario a mí y a otra muchacha de 500 pesos al mes (unos 20 dólares) y nos dan una java (bolsa) con arroz, frijoles y azúcar. Hacemos guardias de 24 horas en días alternos para cuidar las instalaciones. Hace un tiempo, mandaron un representante del Consejo de Estado y le tiraron fotos a todo. Pero nada más hicieron; esto se está cayendo a pedazos y a nadie parece importarle.

“Un gran estruendo nos despertó en la noche la semana pasada y cuando fui a revisar que era me percate que una gran parte del techo del comedor se había caído. Las instalaciones cuando se abandonan y no se usan se pierden. El estado invirtió millones de pesos en construir y mantener estas escuelas para al final dejarlas abandonadas y que se echen a perder”. Nos comentó Ernesto Pavón, esposo de Idania que se encontraba en el lugar.

Ventanales en mal estado (foto del autor)

Todos los jóvenes que estudiaron en estas escuelas al campo tienen algún que otro recuerdo alegre de esa etapa de sus vidas. Pero la gran mayoría recuerda también los trabajos, necesidades y carencias que pasaron en estas escuelas en el campo.

“Son alegres algunos de los recuerdos que tengo de el pre-universitario en el campo. Pero la gran mayoría son tristes. Pasábamos hambre. Sufríamos la carencia de agua por meses. Recuerdo muy bien caminar más de un kilometro con un cubo para recoger agua de un canal de regadío para poder bañarnos y beber. Muchos se enfermaban por la falta de higiene, los piojos y la sarna. Recuerdo bien las abusivas normas que había que cumplir trabajando media jornada al día en el campo, para luego llegar a la escuela y asistir otra media jornada más a las clases, muchas veces sin bañarnos por falta de agua. Por todos esos recuerdos que tengo me alegro muchísimo que hayan desaparecido y que los jóvenes de hoy no tengan que pasar por lo mismo que pasamos los de mi generación”. Nos comentó Emilio González de 36 años de edad que cursó estudios en el pre-universitario “Gaspar Jorge García Galló” en los años 90.

“El estado de las instalaciones es crítico. Las aéreas deportivas se perdieron en la hierba. El techo se cae a pedazos, faltan ventanales enteros. Todo se encuentra en total abandono. A cada rato se roban ventanas o puertas. Hasta los tomacorrientes e interruptores de electricidad han desaparecido. ¿A quién le importa? Esta misma situación es la de casi todas las escuelas que quedaron abandonadas”. Añadió un campesino vecino del lugar que no quiso revelar su nombre.

Muchos jóvenes que pasaron hasta 3 años en estas escuelas con todo tipo de necesidades y carencias sienten que les robaron parte de sus vidas. Para algunos eran divertidas, pero la gran mayoría siente alivio de que sus hijos en el futuro no tengan que pasar por lo mismo que ellos y se alegran que al final terminen así, abandonadas y cayéndose a pedazos.

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