Diario de Cuba.- El Gobierno acaba de anunciar que la economía cubana creció un 4% este año. ¿Qué debería significar esa cifra? ¿Quién se supone que vea el crecimiento? ¿Dónde y cómo se puede ver?
“Ay, pero si hubo un año que crecimos casi un 7%”, comenta Antonio, jubilado en la cola del periódico. “Yo he trabajado toda mi vida con números y la verdad es que no entiendo qué cuenta se pudo haber sacado para llegar a estas conclusiones. Crecimiento, mira…”.
Santiago, militar también retirado, menciona la salud y la educación aunque estos no sean renglones de la economía. “No importa, son logros de la revolución”, afirma para todo el que lo pudiera escuchar.
“En Alamar no se nota el crecimiento, a no ser de hierba o de delincuentes, quizás hayamos empezado a crecer por el Vedado”, dice con sorna Lourdes.
El centro comercial El falcón, de Alamar, está muy desabastecido aunque la administración de la tienda se empeñe en ubicar sus productos de manera que parezca que hay mucho donde hay muy poco.
Cuando llueve las calles principales de la localidad se inundan por tramos, normalmente el alumbrado público permanece apagado o es deficiente, una fosa puede desbordarse y sus aguas negras atravesar varias zonas hasta llegar a la costa, la mayoría de los edificios no han recibido una reparación capital en más de 20 años, y la falta de camiones de recogida o de petróleo siguen siendo pretextos para que la basura se acumule en la calle.
“Aquí han mejorado dos cosas, el transporte y las casas que están construyendo para militares y policías, nada más, porque la gente sigue sin dinero”, dice Aylem, peluquera.
“El país debería parecer un animal que está creciendo”, razona Alejandro, botero y exestudiante de economía. “Pero los movimientos del animal suelen ir más rápidos y ser más fuertes que los números que se anuncian”, añade tratando de explicar a sus pasajeros lo que significa un 4% en la economía.
“El crecimiento parece muy pequeño, pero la verdad es que en términos de economía es enorme. Y este animal parece enfermo”, afirma.
Se detiene en las calles de la Habana Vieja que han estado reparando, aunque a él le parece que las rompen.
“Se meten dos meses abriendo huecos y, no sabes cómo, pero de aquí a dos meses más seguro que tendrán que abrir de nuevo porque conectaron algo mal. Pero mira la reparación capital que le están haciendo a la estación de policía de esta esquina”, ilustra.
“Quizás el 4% se nos esté yendo en la reconstrucción del Capitolio o en el Gran Teatro de la Habana, o puede que para los jineteros la cosa sí esté mejorando”, ironiza refiriéndose a la oleada de turismo americano que se ve desfilar.
“Tú ves que son americanos por la pinta”, dice Charly quien afirma andar en “el fuego”, todo el día. “Míralos, con sus blazer de hilo, sus tenisazos Nike, su olor a yuma y su inglés, pero no le dan nada a nadie”.
Un criterio parecido tiene una camarera del restaurant de comida italiana Prado y Neptuno. “Es cierto que estamos en temporada alta, pero como vienen en paquete de turismo por aquí ni pasan. Bueno, mira la hora que es y esto está pasmao”. Es otra esquina de la ciudad en la que tampoco se ve el crecimiento económico.
“La Habana debiera estar menos sucia, menos rota, la gente debería estar más contenta y con más dinero”, dice un hombre en la cola de Consultoría jurídica en Playa y señala la misma calle en la que está parado.
“Mira los baches. Ni los organismos que los representan a ellos (el Gobierno) se sienten el 4% ese”, añade refiriéndose a la casa que ocupa la Dirección Provincial de Educación.
“Sin embargo, esa casita de piedras que se ve al lado y que ahora tiene otra oficina, dicen los custodios que se la van a dar a un general. Ese sí creció”, bromea. “¿O será que crecen con la cantidad de dinero que tenemos que pagar todos los que nos queremos ir del país y venimos aquí a hacer trámites?”.
En Miramar ha aumentado el número de negocios privados; quizás la recaudación tributaria tuvo que ver en el cuatro. Pero la avenida 3era tiene baches antológicos y, por las noches, quienes caminan por sus aceras a penas se logran ver las manos porque el alumbrado público no funciona.
Tampoco se ve el crecimiento entre los trabajadores de la editorial Arte y Literatura, que este año, por no haber producido los previsto, están por debajo de la media salarial.
“Pasaron a la idea descabellada de ser una empresa en Cuba y ¿qué les pasó?, que ahora andan por los doscientos y pico de pesos de salario porque nunca tuvieron la autonomía que se debe tener para hacer una empresa efectiva, o porque no tienen ni la menor idea de lo que es llevar una empresa, o por muchísimas razones más que no tienen que ver con economía y sí con la política”, dice una funcionaria de Cultura que prefiere mantenerse en el anonimato.
“Hay que tener cuidado porque los tumores también crecen”, comenta Nely, quien no entiende nada de economía. “Este año he tenido que vender el doble de toallitas húmedas y cuidarme el triple de la cantidad de policías que hay en la calle”.
El crecimiento económico se ve en el periódico, pero en las calles han aumentado los mendigos y los derrumbes; la gente sigue encontrando la economía como un pretexto para emigrar o para delinquir.
Muchas personas consultadas no saben ni les interesa lo que significa la estadística. Han dejado de creer en anuncios “porque en la concreta, se come menos, hay que hacer veinte malabares para vestirse bien o para buscar cuatro pesos”, como dice Omar, un cuentapropista.